LA REBAJA DEL IRPF

Manzanas podridas

Cuando apareció el término mileurista, el neologismo aludía a una rareza y ahora se ha convertido en la norma, cuando no en un privilegio

Cola de parados en una oficina de empleo en Madrid.

Cola de parados en una oficina de empleo en Madrid.

OLGA MERINO

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Hace un par de noches, soñé que me llevaban a una casa destartalada junto con otra gente, caras desconocidas que en el sueño eran amigos. Debíamos limpiar el caserón de telarañas, mugre y sobre todo alimentos en descomposición escondidos por doquier, en los cajones de la cocina, el frigorífico, la despensa y hasta en el plato de la ducha. Aunque no se percibía hedor alguno, el viaje onírico había desarrollado en la brigadilla un agudísimo sentido del tacto, y lo peor no era recoger las manzanas podridas, ni mucho menos el chapapote de cebolla. Lo más terrible era el pescado.

¿A qué vino la pesadilla? ¿Acaso cené melón? Puede que me acostara pensando en el recibo de la luz en medio de este bochorno tropical o que la última lectura antes de dormir fuera la rebaja del IRPFrebaja del IRPF, la noticia de que los mileuristas quedarán exentos de hacer la renta. Me quedé frita al llegar a lo del techo de gasto.

La realidad va siempre varias zancadas por delante del lenguaje. Cuando apareció el término mileurista, hace más de una década, el neologismo aludía a una rareza y ahora, sin embargo, ya se ha convertido en la norma, cuando no en un privilegio. Que se lo pregunten si no a los chavales del Bicing. O a los repartidores de Deliveroo, que ganan con suerte 650 euros al mes, se pagan la cuota de autónomos y encima ponen la moto.

LA PRIVILEGIADA HOSTELERÍA

Y mientras, el Gobierno se jacta de las últimas cifras de empleo empleo, sin rubor, después de haber diseñado una reforma laboral con el único propósito de abaratar sueldos. La hostelería es uno de los sectores que genera más puestos de trabajo y donde significativamente el salario medio es de 13.977 euros, casi el 40% más bajo que la media.

Quién sabe, igual la pesadilla fue un sueño premonitorio, el  presagio de un país entero trabajando en la retaguardia de un bar, en una cocina cochambrosa a las órdenes de Chicote. ¡Ah, España, país de camareros! Patatas bravas, salmorejo, tortilla, la ración de rusa, puntillitas y tres cañas, marchando.