Manuela Carmena y la ciudad de los prodigios

El Ayuntamiento de Madrid anuncia una tasa a los cajeros automáticos de los bancos por uso de la vía pública

JSEÚS RIVASÉS

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Eduardo Mendoza, en una gran novela, hizo de Barcelona "la ciudad de los prodigios". Madrid, sin ánimo de competir, es ahora otro mosaico de prodigios. Onofre Bouvila, surgido de la nada y convertido en especulador inmobiliario, fue el personaje a través del que Mendoza narró la historia de Barcelona de 1888-1929. Francisco Correa que, en el juicio del 'caso Gürtel', en Madrid, desde una autoinculpación que busca clemencia acusa a diestro y siniestro, tiene algo de aquel Bouvila. Sus testimonios son apabullantes y muchos con pruebas, pero donde no las hay su palabra es la de un presunto delincuente y verdad y mentira se difuminan. Y si Bouvila empezó de anarquista, Correa -otro prodigio-, que prácticamente vivía en la sede del PP, ha confesado con emoción cómo acudió con su padre a un mitin de 'la Pasionaria'.

Manuela Carmena, alcaldesa de Madrid, quizá no sabe de prodigios, pero anuncia una tasa a los cajeros automáticos de los bancos por uso de la vía pública. Copia lo que ocurre en otras 19 ciudades, Barcelona incluida. Busca recaudar y que paguen los bancos. No hay que ser Oliver Hart o Bengt Holmström, recientes premio Nobel de Economía, para saber que los bancos traspasarán la tasa a sus clientes de los cajeros. Y quiénes más los usan no son los ricos, sino las clase media y baja. Los cajeros dan pequeños créditos automáticos en la sombra. Basta una nómina domiciliada. Si un par de días antes del ingreso de la nómina la cuenta está a cero, el cajero suele permitir pequeñas retiradas de dinero por las que cobra intereses. Ahí -si es que ya no lo hacen- recuperarán los bancos esa tasa. El prodigio es que alguien lo ignore.

En Cibeles, enfrente del despacho de Carmena, en el Banco de España ha aparecido otro prodigio. El inspector José Antonio Casaus dejó escrito que Bankia era inviable y su salida a bolsa un disparate. El gobernador Fernández Ordóñez se llamó a andana. Los que le conocen dicen que eludía cualquier conflicto y aquello lo era. Ahora, al menos, tendrá que declarar, eso sí, cuando concluya el prodigioso espectáculo del juicio de las tarjetas 'black', en donde Francisco Verdú, el consejero delegado que contrató Rodrigo Rato, ha destrozado estrategias y coartadas, y él no es un presunto delincuente como Correa.

Muy cerca de Cibeles, en el Congreso se espera cómo cambia el "no es no, señor Rajoy". Antonio Hernando, antes al lado de Pedro Sánchez, ahora portavoz parlamentario, tendrá que obrar el prodigio y eso le honra. Lo hará porque los socialistas, a diferencia de viejos comunistas y nuevos podemitas, no resuelven sus problemas con purgas sino que, a pesar de todo, buscan cierta continuidad. Y luego, que se prepare Rajoy, que pagará con acoso parlamentario y lío en la calle los 5.000 millones de ajuste pendientes. Una oposición extrema con la que el PSOE sueña llevar el prodigio de su recuperación política desde la actual ciudad de los prodigios a todo el país.