Madres alienadas

Somos tan pesadas las madres con nuestras quejas que no tardan ni un segundo en callarnos con la simple mención de la más que gastada conciliación familiar. Exactamente así es cómo se silencia a las madres y se condena a la invisibilidad su sufrimiento, diluyendo en una consideración más general, políticamente correcta y descafeinada, por tanto, podada de significado profundo y real. No añado trabajadora porque sería una redundancia, no digo mujer y madre porque aunque por suerte la maternidad es una opción, y no una imposición biológica y social como fue para nuestras madres, lo cierto es que aún somos mayoría las que elegimos este camino pedregoso de intentar compaginar las tareas reproductivas con una profesión.

Hablamos a menudo, las que vivimos en estas circunstancias, como si la cosa pudiera ir de otro modo, como si realmente decidiéramos 'cómo' queremos ser madres. Lo cierto es que el margen es muy estrecho y aún gracias si tienes alguna opción. Por eso cuando escucho propuestas del tipo 'igualar la baja de paternidad a la de maternidad' no se si llorar o reír, pero estoy segura de que para muchas madres sonará a lluvia dorada, con el agravante de que no nos pone nada que orinen sobre nuestro cuerpo.

Cuando a los padres les crezcan sus criaturas en su interior durante nueve meses, les rajen la entrepierna para que salgan, se les tripliquen de volumen los pechos y se les llenen de grietas y chorreen leche sin parar durante el tiempo que la naturaleza ha dispuesto que nuestros vástagos sean así alimentados, entonces entenderé que se iguale la baja de paternidad con la de maternidad. Perdonen el tono, pero es que fui a ver 'Conillet' al Lliure y salí espoleada por la magistral Clara Segura que abre en canal el malestar de las madres de hoy, nada minoritario pero sí relegado a tema secundario. A la postre solo es una opción, la maternidad.