La rueda

Madre trabajadora, mujer ubicua

NAJAT EL HACHMI

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Nos dicen: volved a parir con dolor porque es más natural (y barato), estableced un vínculo afectivo profundo con vuestras criaturas, aprendeos mil consejos para cuidarlas como es debido, amamantadlas hasta que ellas quieran, que también sale a cuenta a las arcas públicas. De acuerdo, muy bien. ¿Y a cambio, qué? Si hacemos este servicio a la especie, si tenemos hijos no solo por un capricho individual sino como contribución a la colectividad, ¿cómo nos compensa esta colectividad el esfuerzo que supone gestar, parir y criar una criatura?

Nosotras ponemos nuestros cuerpos, nuestras vidas, nuestras matrices y los músculos de nuestro periné, vertemos nuestros mejores años y nuestras fuerzas, nuestra estabilidad emocional. Algunas pierden la salud, la forma, el matrimonio, el trabajo y la realización personal, pero somos madres a pesar de todo porque el instinto de vida nos impulsa hacia la procreación. ¿Y qué recibimos a cambio? Cada vez más exigencias y menos apoyo público a la maternidad, 16 ridículas semanas de baja para luego dejar a la criatura en manos de quien sea menos las nuestras. Eso sí, amamantad y trabajad, llevaros una neverita y ordeñaros en un rincón. Haced este esfuerzo porque la OMS lo recomienda. Carlos González lo recomienda, la vía láctea y todas las organizaciones que velan por la salud de vuestros hijos. Y yo me pregunto: ¿por qué en vez de exigir cada vez más a las madres no se hace nada para permitir que esta crianza, un periodo corto e importante, se pueda llevar a cabo en condiciones? Si se ha de amamantar hasta los seis meses en exclusiva, ¿por qué todos estos organismos, instituciones y expertos prolactancia no exigen la baja maternal hasta entonces? Pues muy sencillo: porque los intereses económicos no lo permiten. En cambio, sí permiten seguir sobreexplotando a las madres.