EN CLAVE EUROPEA

El vínculo trasatlántico, a prueba

La política comercial y exterior de Trump pone en peligro la relación entre EEUU y la UE

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Eliseo Oliveras

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El presidente norteamericano, Donald Trump, está erosionando el vínculo trasatlántico entre Europa y Estados Unidos y parece decidido a llevarlo a un nuevo mínimo, pese a los gestos del presidente francés, Emmanuel Macron, y de la cancillera alemana, Angela Merkel. A las divergencias políticas, Washington ha añadido ahora el riesgo de una guerra comercial de imprevisibles consecuencias, pese a que el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Central Europeo (BCE) advierten del impacto negativo para la economía mundial que podrían tener los aranceles que Trump quiere imponer a Europa, China y otras zonas.

La relación trasatlántica, pilar de la política occidental desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, ya fue dañado gravemente por el presidente George W. Bush, cuando en el 2003, durante la invasión de Irak, dividió a la Unión Europea (UE), a la que veía como una potencial amenaza económica y política para la autoridad y supremacía de EEUU.

La mentalidad de "suma cero" del "América Primero", que domina la Administración de Trump, implica que para que EEUU pueda ganar algo o mejorar su posición deben perderlo otros países. Esto conduce a ignorar la necesaria cooperación internacional que requiere la intrincada interconexión del mundo globalizado actual y fomenta unas relaciones internacionales conflictivas en las que las negociaciones comienzan con amenazas para mostrar una posición de fuerza.

Estrategia de suma cero

"En una estrategia de suma cero no hay aliados permanentes o enemigos permanentes, sólo intereses permanentes", señala el politólogo Ian Bremmer, autor de 'Superpower' y de 'Every Nation for Itself'. Ya en 1776, Adam Smith, fundador de la teoría capitalista, desmanteló en su libro ' La Riqueza de las Naciones' la falacia de la "suma cero" en el comercio internacional, que habían defendido hasta entonces los mercantilistas.

Los pesimistas augurios europeos sobre la gestión de Trump como presidente se están viendo confirmados. Aunque se han reparado los desencuentros en el marco de la OTAN, persiste el unilateralismo, la improvisación y la imprevisibilidad de Trump. Será la actitud final de Washington sobre las tarifas arancelarias, el acuerdo nuclear con Irán y el nuevo gasoducto europeo con Rusia lo que acabará de marcar la relación con la UE.

Primer mercado europeo

EEUU es el primer mercado mundial para las exportaciones de la UE y absorbe el 20% del comercio exterior europeo, por un importe de 375.845 millones de euros y con un superávit comercial de 119.669 millones en el 2017. EEUU es el segundo proveedor de productos a la UE, después de China, por valor de 256.176 millones, lo que equivale al 13,8% de las importaciones totales europeas.

Las exportaciones europeas a EEUU sobre las que pesa la amenaza de subida de aranceles ascendieron en el 2017 a 5.300 millones en acero y a 1.100 millones en aluminio, el 1,7% de las ventas totales europeas al mercado norteamericano. Pero la guerra comercial podría agravarse (y las represalias europeas) si Trump cumple su amenaza de imponer una tasa del 25% a los automóviles europeos, que representan 47.000 millones anuales y el 12% de las ventas de la UE en el mercado norteamericano con Alemania como principal beneficiaria.

Amenazas constantes

El acuerdo nuclear con Irán, que Trump afirma que romperá, es para la UE, Rusia, China y Naciones Unidas una herramienta clave para la seguridad de Oriente Medio y para frenar la proliferación nuclear. La UE considera que la ruptura del acuerdo con Irán por parte de EEUU podría comprometer también las negociaciones con Corea del Norte. La UE critica que la permanente amenaza de sanciones norteamericanas impide que el pacto nuclear aporte los resultados económicos esperados, ya que inhibe a las compañías de invertir en Irán y refuerza al ala más radical del régimen, además de perjudicar a los intereses económicos y energéticos europeos. El reciente nombramiento en EEUU de dos halcones profundamente anti-iranís, Mike Pompeo, como secretario de Estado, y John Bolton, como consejero de Seguridad Nacional, presagia un mayor endurecimiento respecto a Irán.

Otro problema que ha aflorado en la superficie es la oposición de Washington al nuevo gasoducto ruso Nord Stream 2 bajo el mar Báltico, en el que participan Alemania, Francia, Austria y Holanda, y que Trump ve como una amenaza al plan de EEUU de incrementar sus exportaciones de gas (más caro) a Europa.

Un grave obstáculo para las relaciones entre EEUU y la UE es que "Trump no tiene ninguna visión de Europa", destaca Jeremy Shapiro del European Council on Foreign Relations y asesor de la Administración norteamericana bajo la presidencia de Barack Obama.