Relevo en el Elíseo
Macron, la respuesta liberal
El presidente francés parece capaz de gestionar la complejidad y de que la política vuelva a gobernar la economía
Marçal Sintes
Periodista. Profesor de Blanquerna-Comunicació (URL).
MARÇAL SINTES
Existen diferentes ángulos desde donde analizar el triunfo de Emmanuel Macron ante Marine Le Pen. Una de las formas de aproximación consiste en abrir el foco y situarlo en un contexto más amplio. Un elemento relevante es sin duda que Macron ha conseguido derrotar al populismo de extrema derecha, posfascista, de Le Pen y, al mismo tiempo, también al populismo de extrema izquierda, el más destacable de los cuales es el encarnado por Jean-Luc Mélenchon, de la coalición seudocomunista Francia Insumisa.
En cuanto a Mélenchon, creo que su personalidad política queda perfectamente retratada por la negativa a pedir el voto por Macron para contribuir a derrotar a Le Pen en la segunda vuelta de las presidenciales. Para él, ambos son igual de malos. Algunos, en España, en Catalunya, cometieron la indignidad de mostrarse enormemente comprensivos con Mélenchon.
UN TÉRMINO ESCURRIDIZO
Definir el populismo no es sencillo. Es un término escurridizo. La definición seguramente más aceptada la debemos al profesor Cas Mudde. Para él sería una ideología que considera a la sociedad separada en dos grupos homogéneos y antagónicos: el pueblo puro frente a la élite corrupta. Los populistas argumentan que la política debe ser la expresión de la voluntad del pueblo. Por lo tanto, atendiendo a esta definición, el populismo tendría dos contrarios: el elitismo y el pluralismo.
Habría que matizar que el populismo no es una ideología densa, sino más bien una especie de carcasa o recipiente que puede albergar diferentes corpus programáticos. Es adaptable. Por eso hablamos de populismo de derechas y de izquierdas. Y también hablamos de grises: todo partido y todo líder caen en un momento u otro en la tentación populista. Hay autores que, por su parte, lo reducen a una estrategia sobrecomunicativa o a un estilo, una manera de hacer.
PRODUCTO DEL 'ESTABLISHMENT'
Los populismos suelen tener, además de lo dicho arriba, otras características: por ejemplo, la emotividad y el uso de recetas simples para problemas complejos (que, en política, son casi todos), la confianza en un líder carismático o una relativa indefinición organizativa. El populismo de derechas (exclusionary, en la taxonomía de Mudde) tiene como rasgo diferencial su rechazo total de la inmigración, mientras que el de izquierdas (inclusionary) solo predica que hay que acoger a todo el mundo. Ambos son contrarios a la globalización y al comercio internacional.
Macron ha conseguido detener el populismo en Francia, pero, a diferencia de lo que ocurrió en España el año pasado, no lo ha hecho desde un partido tradicional sino a caballo de un movimiento creado por él mismo, En Marcha. En lenguaje funcionalista, podríamos apuntar que el sistema, por llamarlo así, ha sido increíblemente hábil, y también increíblemente afortunado, a la hora de dar respuesta a la amenaza populista encarnada en la derecha por Le Pen y en la izquierda por Mélenchon.
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Porque Macron, que acaba de cumplir 40 años, es, por perfil, por biografía, un puro producto del establishment: militó en el PSF; pasó por la Escuela Nacional de la Administración, como tantos otros políticos y altos funcionarios; y también por la Banca Rothschild. Sin embargo, es un tipo valiente y osado, que no duda en desafiar las convenciones –está casado con Brigitte Trogneux, 24 años mayor que él– y que además tiene mucha suerte. Debemos considerar que hace menos de un año que Macron dejó el Ministerio de Economía, Industria y Asuntos Digitales para montar su propio artefacto político. Viendo como se ha encaramado a lo más alto de la Quinta República, se hace evidente que, en parte, nuestro hombre consiguió vencer al populismo porque supo emplear hábilmente algunos de los elementos propios de ese mismo populismo. Dos de estos elementos han sido su fuerte liderazgo y haber impulsado un movimiento nuevo, diferente y al margen de los partidos de siempre. No puedo detenerme en este punto, pero es para reflexionar.
LA BATALLA SERÁ LARGA
Macron, políticamente, es un reformista, un centrista liberal, capaz de tender puentes y compartir propuestas a izquierda y derecha. El nuevo presidente está decidido a arriesgar, a jugársela. A mirar hacia adelante y no hacia atrás. Quiere ser la solución, o el inicio de la solución, de los muchos problemas que afronta Francia, y también Europa. Él es la alternativa de los que no desean caer en manos de un populismo que sabe explotar muy bien el miedo y el enojo que han colonizado las mentes y los corazones de la gente. Macron parece capaz de gestionar la complejidad haciendo que la política vuelva a gobernar la economía. Lo tiene muy complicado. Chocará con resistencias de todo tipo. Esperemos que lo consiga, pero la batalla será larga.
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