Crisis en Oriente Próximo

Los saudís no quieren 'versos libres'

La explicación de la ruptura de relaciones con Catar suena bastante ridícula

El rey de Arabia Saudí, Salman bin Abdulaziz al Saud, en una foto facilitada por el palacio real.

El rey de Arabia Saudí, Salman bin Abdulaziz al Saud, en una foto facilitada por el palacio real. / AFP / BANDAR AL JALOUD

GEORGINA HIGUERAS

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Con la mayor renta per cápita del mundo, la monarquía catarí, íntimamente ligada a Arabia Saudí y los demás país del Golfo, juega desde la década de los 90 a ser el verso libre de esos conservadores regímenes. Sin embargo, la Casa de Saud, que gobierna la versión más rigorista del islam suní, el wahabismo, no soporta veleidades y con frecuencia ha llamado la atención a la monarquía catarí. La llegada al poder de Tamim bin Hamad al Zani en el 2013, tras la voluntaria y pacífica abdicación de su padre, ha agudizado las tensiones entre los dos reinos, cuyas estrategias se han distanciado. 

Para los saudís, el enemigo a batir es Irán, bastión del chiísmo, que los wahabís consideran la rama cismática del islam. Por el contrario, Catar, al igual que Teherán, estima que el principal enemigo del mundo islámico es Israel. El viaje de Trump a Riad ha evidenciado las alianzas entre EEUU, Arabia Saudí e Israel contra Irán, lo que ha accionado los mecanismos de defensa de los otros actores de la zona. La filtración de los correos del embajador de Emiratos Árabes Unidos (EAU) revelaba la relación de su país, mano derecha de los saudís, con influyentes 'think tanks' ligados a Tel Aviv.

CONTACTOS CON ISRAEL

La exposición pública de los contactos entre EAU e Israel levantó ampollas en Arabia Saudí y demás países aliados, que quedan en mal lugar ante sus ciudadanos, al tiempo que dan argumentos a los grupos más radicales. La explicación de que rompen relaciones a todos los niveles porque Catar «financia el terrorismo» suena bastante ridícula a estas alturas, cuando existen pruebas desde el principio de la guerra en Siria de que Catar apoyaba al grupo Al Nusra, cercano a Al Qaeda.

Le acusan también de apoyar al Daesh, pero son más los saudís y emiratís que colaboran con esta organización terrorista. Catar, que cuenta con un altavoz muy influyente en el mundo árabe, la cadena Al Jazira, es el gran financiador de los Hermanos Musulmanes, movimiento que solo Arabia Saudí y EAU consideran terrorista, y de Hamás, el partido islamista gobernante en Gaza. Las críticas de Al Jazira al golpe de Estado del general Al Sisi en Egipto contra el presidente democráticamente elegido y líder de los Hermanos Musulmanes, Mohamed Morsi, también encuentra su castigo en esta ruptura.

ESCENARIOS INDIRECTOS

La rivalidad entre Arabia Saudí e Irán por alzarse con la voz dominante en Oriente Próximo ha alcanzado en el último quinquenio niveles alarmantes. Las guerras de Siria y Yemen son los escenarios indirectos del enfrentamiento entre ambas potencias. Arabia Saudí, que no posee armas nucleares aunque financió a Pakistán para que las obtuviera, no soporta el acuerdo del Consejo de Seguridad de la ONU y Alemania con Irán para levantar las sanciones impuestas a ese país a cambio de que no siga enriqueciendo uranio. Riad, como Tel Aviv, afirma que no hay mecanismosde verificación suficientes para impedir que Irán se dote del arma atómica mientras se beneficia del levantamiento de las sanciones. Con dos guerras abiertas, la ruptura de relaciones del eje saudí con Catar, que jugaba a las dos bandas, no hace sino empeorar la situación en Oriente Próximo.