Al contrataque

Los recuerdos del hielo

JULIA OTERO

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En el corazón de la Antártida, a miles de metros de profundidad, han quedado atrapadas en el hielo millones de burbujas de aire que llevan allí centenares de miles de años. No es el aire que respiró la humanidad, porque faltaba mucho para que llegase, pero es el aire que tenía entonces la Tierra y del que dependían seres vivos que hoy conocemos mejor gracias a los científicos que se han instalado en la Antártida. Toda la historia del planeta está allí, todos los secretos han permanecido intactos entre el hielo, incluso esas burbujas que hoy permiten conocer la evolución de la composición atmosférica. Fósiles de plantas tropicales hallados a 4.000 metros de profundidad nos han descubierto, por ejemplo, que ese gigantesco pedazo de hielo se desgajó alguna vez de algún continente cálido y en su viaje a la deriva halló reposo en el polo Sur.

Es emocionante escuchar de viva voz a Josefina Castellví contar esa pasión científica que ha sido la gran aventura de su vida. ¿Cuántos conocían a la doctora Castellví antes de verla en la portada de EL PERIÓDICO recogiendo su título de Català de l'Any? Puede que muchos, pero nunca los suficientes para rendir tributo a una auténtica pionera entre las mujeres científicas. Oceanógrafa, experta en biología marina, uno de los científicos más importantes en la historia reciente de España, fue la que se puso al frente de la base Juan Carlos I en la Antártida, dirigiendo equipos de científicos y técnicos que la llamaban amorosamente «la vieja». Tenía entonces 50 años, pero, que nadie se engañe, el apelativo no tenía nada que ver con su edad sino con su condición de jefe de grupo. Así llama la marinería a su capitán, «el viejo», y así se referían a aquella doctora exigente, delgada, resolutiva, ágil y apasionada que corría a hacerse la manicura cuando regresaba a Barcelona.

Mujeres condenadas al silencio

Josefina no se queja, sin embargo, de renuncia personal alguna. No se casó, no tuvo hijos, historia tantas veces repetida entre las mujeres intelectualmente imponentes y batalladoras profesionalmente. Al frente de la base española en la Antártida, ella sola entre decenas de varones científicos, no es difícil suponer que ellos regresaban a hogares con niños criados amorosamente por esposas abnegadas. Veintidós veces ha cruzado la doctora Castellví el paso de Drake, allí donde el Atlántico se encuentra con el Pacífico en un choque pavoroso en el que los vientos y el oleaje ponen las cosas difíciles a los marineros. Tanto, que quienes sobrevivían se ganaban el derecho a ponerse un pendiente en la oreja.

El Català de l'Any, ahora que ella ha llegado casi a los 80, no solo rinde tributo a su trayectoria sino al silencio oficial al que se ha condenado a otras mujeres brillantes. No es ajeno a todo esto Albert Solé y el espléndido documental que ha dirigido para descongelar los recuerdos antárticos de Josefina Castellví.