Desafío soberanista

Los puentes rotos del PSC

El partido de los socialistas catalanes no ha querido hasta el último minuto la aplicación del artículo 155, pero no podía tampoco mirar hacia otro lado frente a la DUI

Miquel Iceta y Núria Parlon, en una reunión de la comisión ejecutiva del PSC en enero.

Miquel Iceta y Núria Parlon, en una reunión de la comisión ejecutiva del PSC en enero. / EFE / ANDREU DALMAU

JOSÉ A. SOROLLA

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Pese a que cada tres días estamos asomándonos al abismo, los dirigentes políticos siguen jugando al gato y al ratón como si el dramatismo de la situación no fuera con ellos o sirviera solo para obtener ventajas políticas. Ahora, el Gobierno del PP y el Govern  practican ese juego en dos aspectos, uno formal y otro de fondo. El primer engaño se refiere a los plazos, una vez que Puigdemont parece que está dispuesto a acudir al Senado a presentar sus alegaciones a la aplicación del artículo 155 de la Constitución, contra el que, por cierto, el Govern ya ha anunciado recursos ante el Tribunal Supremo y el Tribunal Constitucional, esos órganos represores extranjeros. La falta de acuerdo en el día y la hora de la comparecencia del president ha sido utilizada ya para lanzarse las culpas y los reproches unos a otros.

El segundo desencuentro se refiere al fondo de la cuestión: ¿qué tiene que hacer Puigdemont para que la maquinaria del 155 se pare? Hasta ahora parecía que si convocaba elecciones autonómicas sin declaración unilateral de independencia (DUI) bastaba. Pero varios ministros del PP salieron el martes a plantear nuevas demandas y algún portavoz vino incluso a decir que entre estas figuraba no solo la vuelta a la legalidad, sino la petición de perdón.

Este extremismo cuestiona el papel del PSOE al apoyar la aplicación del artículo 155 porque, tal como ocurrió en la investidura de Mariano Rajoy, parece que el PP se ha abonado a presionar a los socialistas con exigencias cada vez mayores.

La posición del PSOE es clara: si Puigdemont convoca autonómicas, es evidente que acepta la legalidad y eso basta para suspender el artículo 155. Después, obviamente, sería necesario también olvidarse de las leyes del referéndum, ya anulada, y de transitoriedad, suspendida y pronto anulada. El PSOE no debería ceder a las nuevas exigencias del Gobierno. Pedro Sánchez aceptó el 155 a cambio de comprometer a Rajoy en la reforma constitucional y porque el PSOE no podía desentenderse de la defensa del Estado ante la quiebra de la legalidad que significaba la desobediencia del Govern y del Parlament.

Discrepancia municipal

Esta es asimismo la postura del PSC, que no ha querido hasta el último minuto la aplicación del artículo 155, pero que no podía tampoco mirar hacia otro lado frente a la DUI. La dirección de los socialistas catalanes ha cerrado filas. Las discrepancias han venido de algunos alcaldes, como Núria Parlon, a quien se reprocha con razón sus bandazos y que sus críticas siempre son desde fuera y no en el interior del partido.

Otros históricos socialistas encabezados por Raimon Obiols han publicado un documento que acierta en el diagnóstico, sobre todo cuando denuncia que se quiere romper al PSC porque es el último puente que queda en pie, pero que no ofrece alternativas, más allá de reclamar unidad. Sobre la voladura de puentes, no es ocioso recordar que quienes desde el nacionalismo -ahora independentista- han lamentado siempre que el PSC se alejara de sus posturas son los que más han contribuido, desde fuera, a la destrucción del partido que tanto decían necesitar.