Los jueves, economía

Los problemas del crecimiento mundial

Todos los datos indican que estamos llegando al final de un modelo de recuperación de la economía

JOSEP OLIVER ALONSO

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Desde principios de septiembre se han acumulado las señales de frenada de la economía global. La moderación del crecimiento chino, y los excesos de deuda privada en Brasil y otros países, han generado, junto a los problemas de Rusia y otros países emergentes, efectos negativos sobre las cotizaciones de las primeras materias y el crecimiento de América Latina. Eso ha terminado afectando a países fundamentalmente exportadores, como Alemania, e indirectamente ha contribuido al estancamiento europeo. Además, hay evidentes signos de cambio de ciclo en las bolsas, de precios de las primeras materias y de tipos de interés a largo plazo. Todo sugiere que entramos en una nueva fase de menor crecimiento mundial.

Así, el Standard&Poor's 500, el índice más amplio de la bolsa americana, alcanzó el viernes de la pasada semana la cotización más baja de los últimos cinco meses, en línea con reducciones similares en otras bolsas relevantes. Parece que la exuberancia comienza a deshincharse. También hay cambios en las primeras materias. En un contexto de reducción generalizada de sus precios, el petróleo ha caído por debajo de los 90 dólares el barril, sugiriendo, junto a un aumento de la oferta, inquietudes acerca de las necesidades energéticas en un mundo en desaceleración. Tampoco las nuevas caídas de los tipos de interés a largo plazo anticipan nada bueno. En Estados Unidos, el bono del tesoro a 10 años se ha situado en el entorno del 2,3%, lejos del 3% de finales del 2013, mientras que en Alemania la deuda pública a 10 años cotiza con una rentabilidad inferior al 0,90%. Al mismo tiempo, los indicadores de volatilidad en los mercados de acciones y las retiradas de inversiones en activos de mayor rentabilidad sugieren una nueva valoración del riesgo que, tras años de complacencia apalancada en una liquidez abundante, puede desestabilizar algunos segmentos de los mercados financieros internacionales.

¿Qué está sucediendo? Parece que nos encontramos al final de una recuperación de la economía mundial basada en una expansión insólita de los balances de los bancos centrales: desde la Reserva Federal americana, el Banco del Japón o el Banco de Inglaterra al Banco Popular de China y el BCE. Una expansión que ha aumentado de forma inusual la liquidez global y, con ella, la caída de los tipos de interés y el incremento de los precios de los activos, sea deuda privada, pública o activos inmobiliarios. Pero, tras seis años de expansión en la cantidad de dinero en circulación, la capacidad de la política monetaria para mantener los precios de los activos está llegando a su fin.

A todo ello hay que añadir el cambio en la política monetaria de EEUU y la acumulación de riesgos geopolíticos. La Fed liquida este mes las compras de deuda privada y pública, y ya se anticipa un alza en los tipos de interés oficiales para la próxima primavera. Este cambio va a tener negativas consecuencias para el resto del mundo, con salidas de capital hacia EEUU, como ya sucedió en la primavera del 2013. Además, la geopolítica no ayuda. A los problemas de Ucrania, y sus efectos sobre el crecimiento alemán, europeo y ruso, hay que añadir los que pueden derivarse del conflicto de Oriente Próximo sobre el petróleo y las potenciales consecuencias de una epidemia de ébola. Todo se suma al tono sombrío de las expectativas de inversores y empresas, contribuyendo a deprimir las decisiones de gasto.

No se trata de una nueva crisis, todavía. Ni de una nueva recesión, todavía. Parece indicar el inicio de un periodo de menor crecimiento, al que deberemos acostumbrarnos. Larry Summers postula que estamos entrando en una fase de secular stagnation, y la acumulación de deuda privada y pública en la economía global en estos últimos años, el envejecimiento de nuestras poblaciones y la reducción del crecimiento de la productividad avalan esta visión.

Al principio de la crisis, Bill Gross, el antiguo director de Pimco, se hizo célebre al postular que habíamos entrado en una fase distinta del crecimiento de los mercados financieros (su famoso new normal). En su visión, habíamos roto con el comportamiento del largo periodo de estabilidad 1980-2008. En esos años, la norma fue un elevado endeudamiento, rentabilidades de dos dígitos y estabilidad financiera. A partir del 2008, por el contrario, entrábamos en un mundo caracterizado por la reducción de los excesos de deuda, la caída de la rentabilidad y mayor inestabilidad. El tsunami de liquidez monetaria ha mantenido el crecimiento mundial, inflando los precios de los activos de forma artificial. Pero todo tiene su límite, y parece que lo estamos alcanzando. Quizá hayamos ya entrado en ese nuevo, y desconocido, mundo. Bienvenidos al new normal.