Análisis
Los pensionistas, en marcha
Los beneficiarios actuales luchan por el mantenimiento del status quo, hecho razonable habida cuenta de que son conscientes del poder electoral que tienen
Guillem López Casasnovas
Catedrático de Economía (UPF). Exconsejero del Banco de España.
Guillem López Casasnovas
Mala opción tiene España en el tema de las pensiones. Primero porque la caja de reparto de las cotizaciones está agujereda: todo lo que entra sale y nunca parece que haya suficiente. Segundo, por la fuerte politización que la rodea y que hace muy difícil repararla. De ahí la alarma que genera incluso hablar de ello, ya que es notorio que lo más complicado está aún por llegar. Dicho esto, las cosas no son lo que parecen: los pensionistas actuales están 'salvados'. No deberían alarmarse. De modo que si están en pie de guerra ¿tal vez podríamos pensar que lo hacen altruístamente por nosotros, cotizantes, que esperamos ser pensionistas en el futuro? Veámoslo.
En términos relativos la pensión media (ay, las medias!) de los jubilados actuales está hoy incluso por encima de la renta del resto de la población. Claman ellos contra la insuficiencia de la tasa de crecimiento, que si el 2% y no el 0,25%, que el PIB nominal y no el IPC piden los más atrevidos. Ciertamente, perdiendo reiteradamente capacidad nominal se puede hacer bajar el nivel, pero esta erosión incidiría poco y pautadamente en el tiempo, de modo que no justificarían el malestar observado y en todo caso se deberían considerar efectos menores en relación a lo que nos espera a los que aún no son pensionistas.
Por tanto pensiones dignas se pueden reclamar, por ejemplo, vista la desigualdad de tratamiento de viudas o autónomos, pero no en general. Los niveles que los pensionistas actuales alcanzan no están nada mal. La desigualdad entre ellos y no las medias, y el hecho de forzar un retiro a la misma edad para todos independientemente de la esperanza de vida, de fuerte gradiente social, deberían ser la reivindicación, ahora sí, de todos.
Recuperación
Pero lo cierto es que cuando con la recuperación los pensionistas actuales exigen más dinero para sus pensiones (habiendo sido ellos los mejores protegidos con la crisis) no ayudan a los pensionistas futuros sino todo lo contrario. Solucionarlo con más cotizaciones supone más obstáculos de cara a aumentar empleo para todos aquellos activos que están en paro y que verían así dificultada aún más su contratación. Y si aumentamos impuestos, restamos aún más renta neta a los ocupados actuales (con niveles iguales o peores que los pensionistas) para hacer frente a sus necesidades. Además, este mayor esfuerzo exigido a generaciones jóvenes no mejora en nada sus pensiones futuras, ya que en un sistema de reparto todo lo que entra sale en el mismo momento.
Los pensionistas actuales luchan por el mantenimiento del status quo; hecho razonable habida cuenta de que son conscientes del poder electoral que tienen (como votantes medios, son decisivos en las elecciones) cuando su dimensión de preferencias es prácticamente única: la pensión. El resto de cosas, a diferencia de los jóvenes, en esta edad pesan menos. El voto conservador peligra pues y esta debilidad la quieren aprovechar en beneficio propio. Nada que decir. ¿Quién no tiene ganas de quejarse del gobierno actual? Pero esto a las generaciones activas no nos debería hacer solidarias. La reivindicación ayuda a mantener o mejorar la situación de los pensionistas actuales, pero complica aún más la situación de los futuros, vistos los déficits y las cargas intergeneracionales que este tipo de abordajes genera.
Un vector de consenso es ciertamente incrementar la presión fiscal. Respecto de los que cumplimos pedimos que levanten el brazo quienes quieran pagar más impuestos. Es probable que para evitar la respuesta muchos miremos de reojo buscando a quienes no cumplen. Ciertamente, hay que identificar a los defraudadores, no reírles las gracias por mucha 'marca España' que representen, y exigir moral fiscal, sea la que sea la pretensión de gasto.
Y comprometámonos a que toda la ganancia de la lucha contra el fraude y derivada de la mejora de la economía la volquemos en más y mejor protección social, de todos y no solo de los pensionistas actuales. Mientras tanto, no dañemos más los equilibrios intergeneracionales con acciones y reacciones políticas cortoplacistas.
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