AL CONTRATAQUE

Los otros ambiguos

Alguien podría estar pensando más o menos así: "Sin una mayoría reforzada, con menos del 50% del voto popular detrás, me cargaré el Estatut y su régimen y dictaré la independencia"

Puigdemont y Junqueras, el pasado sábado, en el acto municipalista a favor del referéndum.

Puigdemont y Junqueras, el pasado sábado, en el acto municipalista a favor del referéndum.

ANTONIO FRANCO

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Alguien podría estar pensando algo más o menos así. «Gobierno Catalunya gracias a la normativa legal del Estatut y conduzco el 'procés' hacia la independencia pidiendo que se me obedezca por ese Estatut 'nostre' que reconoce una mayoría raspada que me avala. Ahora rechazo los límites de este Estatut (lo dicen no solamente Rajoy, Arrimadas, Iceta y el Tribunal Constitucional, sino también nuestro Consell de Garantíes al recordar nuestro Consell de Garantíes al recordar que no tengo derecho a modificar los grandes ejes del país sin una mayoría reforzada y cualificada del Parlament). Pero, sin tenerla, con menos del 50% del voto popular detrás, me cargaré el Estatut y su régimen y dictaré –ese es el verbo, dirán– la independencia. Afortunadamente no me acusan de traidor. Ni siquiera de ambiguo: le hemos colgado esa 'llufa' de la ambigüedad a los 'comuns', que dicen que tal como están los preparativos y su encaje legal el referéndum será una gran movida pero no un referéndum de verdad».

Otros deben reflexionar probablemente así. «Nosotros, los independentistas de verdad, los de siempre, en las próximas elecciones tendremos con casi total seguridad mayoría para gobernar salvo que haya un desastre general o un descabezamiento por inhabilitación. Pero, ojo, no es seguro que esta vez ya sea la buena y definitiva para la independencia. No es seguro que el 2 de octubre, pase lo que pase, empiece el nuevo Estado, aunque eso puede estar a nuestro alcance dentro de muy pocos años y para nuestra generación de líderes. ¿Qué hacer ahora? ¿Quemarlo todo a la carta de la urgencia o seguir avanzando y a través de una nueva etapa autonómica –'emprenyada'– lograr que el independentismo llegue a la cifra mágica y posible del 60 al 70% y se imponga en España y fuera lo de que la única salida es aceptar la voluntad clara de los catalanes. Posiblemente 'ara convé' llegar a ese escenario. Pero hemos de evitar que a corto plazo nos consideren ambiguos si al final ese es el camino». 

LA HOJA DE RUTA DEL SISTEMA

Otros, antisistemas que ahora marcan la hoja de ruta del sistema, no aceptan que eso mismo sea una ambigüedad. Como la mayoría de la opinión pública catalana no quiere su modelo se dedican a azuzar a partir de sus raíces históricas. ¿Les ha sorprendido que algunos de ellos piensen sobre lo que hay que hacer en la moderación y el pacifismo del siglo XXI con las iglesias? ¿No les parece ambiguo que propongan que pasen a hacerle la competencia a El Corte Inglés bajo la denominación de economato (sería el economato más llamativo del mundo y pondría a la catedral de Barcelona en el 'ranking' de las visitas turísticas a la mismísima altura de la Sagrada Familia). Se trata especialmente de ganarles espacio a los 'comuns', esos ambiguos oficiales que pueden chafar tantas guitarras si en las próximas elecciones consiguen ponerse a la cabeza de la oposición.