El turno

Los 'jóvenes montillistas'

JORDI Mercader

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El PSC ha culminado la hoja de ruta escrita en Sitges. Una estrategia de largo recorrido pensada por unos dirigentes pragmáticos que en una primera fase se limitaron a administrar el discurso catalanista que los líderes fundacionales pronunciaban con credibilidad y en una segunda etapa -interpretando que el éxito era de la marca y no de los líderes- se animaron a monopolizar discurso y protagonismo. A día de hoy, el partido del equilibrio de Catalunya ha perdido sus referencias fundacionales y está atrapado en la desorientación propia de los grandes fracasos electorales. Nadie niega que algo habrá que hacer, pero ¿quién y cuándo? Los aparatos de los partidos son conservadores por naturaleza, pero en tiempos de crisis su escasa predisposición a las mudanzas se agudiza hasta convertirlos en los fieles más devotos de san Agustín.

Los viejos capitanes agotaron sus energías, pero no sus habilidades ni su intuición. Imaginaron una cierta derrota y prepararon una determinada salida: habilitaron de urgencia a sus sucesores. Los hijos de Josep Maria Sala, el secretario de organización por antonomasia, improvisaron una puesta de largo para los nietos con ocasión de una campaña electoral imposible de salvar y con perspectivas de catástrofe. Los jóvenes montillistas cumplieron con los pronósticos y ahora son objeto de una minuciosa operación de márketing que pretende designarlos actores de continuidad para un escenario que más bien esperaría una refundación.

La renovación de cuadros siempre es positiva, aunque nada hace pensar que el 18% de los votos sea consecuencia de un efecto generacional. Más bien de la pérdida del equilibrio original del PSC, aquel catalanismo progresista tan complejo como el país que interpreta, y del desgaste de la fórmula de relación con el PSOE por acumulación de desencuentros. Puede que no sea suficiente con un relevo nominal. Las almas políticas se pueden negar, pero no desaparecen, buscan nuevos cuerpos.