EL SEGUNDO SEXO

Los espejos de Fatima Mernissi

La fallecida socióloga marroquí fue un referente para muchas mujeres del mundo árabe-islámico

NAJAT EL HACHMI

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Llevaba días pensando en Fatima Mernissi. La releía para refrescarme la memoria sobre las mujeres de la generación que nos precede, para enmarcarlas mejor en el espacio y el tiempo, volvía de nuevo al momento en que descubrí a la socióloga marroquí. Fue durante la adolescencia, cuando buscaba en los libros un reflejo de la realidad que me confirmase que nosotras, las chicas nacidas en Marruecos, también existíamos. Y que nuestras madres y nuestras abuelas, aquel mundo oculto detrás de los velos y las puertas cerradas, aquellas mujeres relegadas al espacio doméstico, eran de verdad y no unos fantasmas que no se ven en los espejos por el simple hecho de que nadie las ha mirado.

El espejo más importante para mí era, por supuesto, el de la literatura. En este ámbito había descubierto universos particulares muy diversos, protagonistas femeninas muy diferentes entre ellas, del ámbito rural o de las grandes ciudades, de clases acomodadas o pobres de solemnidad, de entonces o de hacía siglos, mujeres de todo tipo que habían conquistado las páginas de los libros. Pero las que yo había conocido desde pequeña y con las que crecí no estaban en ninguna parte, no las representaba nadie. Y aunque Mernissi cultivaba básicamente el ensayo, recuerdo con entusiasmo el hallazgo de títulos como El miedo a la modernidad o El poder olvidado. No convertía en heroína a ninguna mujer con pañuelo chilaba, pero ponía sobre la mesa muchos de los elementos que incidían directamente sobre la situación de las musulmanas en todo el mundo árabe-islámico. Tocaba temas como el de la oposición de los diferentes regímenes corruptos de la zona a la democracia porque esta suponía, en primera instancia, un cambio en el rol de las mujeres. O al revés, cómo desde el fundamentalismo se presentaban los peligros de este cambio como excusa para rechazar la apertura hacia regímenes más democráticos. En la introducción de El poder olvidado, por ejemplo, la feminista ya alertaba de los peligros de la explosión demográfica de la zona y de como esta y la falta de expectativas de los jóvenes debido a la corrupción del sistema de los diferentes países los abocaba o bien a la emigración clandestina o a buscar refugio en movimientos de raíz islamista que suponían en muchos casos la crítica más feroz a los poderes establecidos.

Pero en sus libros Mernissi tocaba temas mucho más concretos, uno de los que recuerdo como más significativo es el de la virginidad. Una cuestión íntima y particular, tan preocupante para la mayoría de chicas que habíamos crecido viendo bodas donde se esperaba la prueba de sangre de la novia como tabú. En la emigración, además, este tema quedaba aún más individualizado, recibíamos mensajes claros de nuestras madres referentes a la necesidad de preservar nuestra reputación y honor, pero no sabíamos exactamente en qué consistía eso. No entendíamos por qué era tan importante lo que teníamos entre las piernas, guardado y que no podíamos perder antes de la noche de bodas. ¿Cómo guardas algo que no sabes ni lo que es?

Por eso fue tan clarificador leer en voz de la socióloga una explicación pertinente sobre la cuestión, sobre su inscripción en el patriarcado. Nos hacíamos conscientes así de que no se trataba de una práctica particular de familias concretas sino de que era general y se inscribía dentro de un orden social mucho más poderoso, que la presión que sentíamos era la representación máxima de este poder del patriarcado. También vimos en el espejo de sus ensayos que aquella realidad ya estaba cambiando, que el velo ya había sido rasgado y, por tanto, las que nos planteábamos que aquello no podía ser o que aquello no lo queríamos no estábamos solas.

Otro de los títulos de Fatima Mernissi que encuentro más destacables es Marruecos a través de sus mujeres. Se trata de una recopilación de entrevistas a diferentes mujeres, muy distintas todas ellas pero que acaban representando un mosaico muy claro de cuál era la situación del mundo femenino de entonces. Desde la campesina analfabeta hasta la funcionaria, desde la que fue esclava en un harén a la que vive en los suburbios de Casablanca. La visión de la vida de todas ellas también deja clara una cosa: el cambio, profundo e irreversible, hace tiempo que comenzó, y las reacciones feroces a este cambio no son otra cosa que el último intento por parte de los poderosos de no soltar las riendas.

En el libro Sueños del harén, las memorias de infancia de la autora, se describe un mundo ya perdido, el de la vida en el harén de los años 40, un mundo que incluso a las que tenemos un origen marroquí nos puede sonar un poco exótico, casi orientalista. Aparte de eso, sin embargo, hay reflexiones impagables sobre los límites y las fronteras y lo que supone el enclaustramiento de la mitad de los miembros de toda una familia, un enclaustramiento que la generación actual ya no hemos vivido tan crudamente pero que hemos heredado y contra el que hemos tenido que luchar para poder reivindicar, cada día, nuestra presencia en el espacio público.

Releía a Mernissi y de pronto recibí la noticia de su muerte a finales de noviembre. Y la red se llenó de comentarios por parte de todas las que se pudieron mirar en el espejo que supo tejer. También de muchos hombres.