Los días nacionales no son solidarios

SISCU BAIGES

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La primera ley que aprobó el Parlament de Catalunya, al recuperar sus actividades después de la dictadura, fue la que declaró, el 12 de junio de 1980, que el once de septiembre quedaba fijado como "Fiesta nacional". El preámbulo de la Ley señalaba que "la recuperación nacional de los pueblos pasa, sin duda, por la recuperación de sus instituciones de autogobierno. Pasa, también, por la valoración y exaltación de todos aquellos símbolos a través de los cuales las comunidades se identifican consigo mismas, ya que sintetizan toda la complejidad de los factores históricos, sociales y culturales que son las raíces de toda realidad nacional. De entre estos símbolos, destaca la existencia de un día de Fiesta, en el que la Nación exalta sus valores, recuerda su historia y los hombres que fueron protagonistas y hace proyectos de futuro. El pueblo catalán en los tiempos de lucha señaló una jornada, la del once de septiembre, como Fiesta de Catalunya. Día que, si bien significaba el doloroso recuerdo de la pérdida de las libertades, el once de septiembre de 1714, y una actitud de reivindicación y resistencia activa frente a la opresión, suponía también la esperanza de un total recuperación nacional" .

La palabra 'solidaridad' no sale por ninguna parte. Y es normal. Los días nacionales que se celebran en todo el mundo inciden en los valores y orgullos propios. No es el lugar y el momento para hacer exhibición de valores fraternales. Orgullo nacional y solidaridad internacional casan mal. Lo recoge el Manifiesto de Ventotene, que rememoran días atrás los presidentes de Francia, Holanda e Italia poniendo flores en la tumba de uno de sus autores, Altiero Spinelli. Este Manifiesto, escrito, en 1941, desde el confinamiento en esta isla por Spinelli, en colaboración con Ernesto Rossi y Eugenio Colornio, reconoce, de entrada, que todas las naciones tienen el derecho a organizarse como estados independientes. Pero añade que la nación absolutamente soberana "se ha convertido en una entidad divina, un organismo que sólo se preocupa por su existencia, su desarrollo, sin preocuparse lo más mínimo por los perjuicios que pueda crear en los demás". El Manifiesto termina apostando por una Europa federal que surja de "la abolición definitiva de su división en estados nacionales soberanos".

Es habitual que los estados soberanos sitúen su fiesta nacional en el día que lograron su independencia. Es el caso de gran número de países africanos y latinoamericanos. También el de Estados Unidos, que conmemoran el día que se separaron formalmente del imperio británico, el 4 de julio de 1776. España y Catalunya son originales en esta cuestión. Catalunya conmemora una derrota militar de 1714 y España se va más lejos y recuerda la llegada de Cristóbal Colón a América, el 12 de octubre de 1492.

Son días, por tanto, para exaltar las diferencias. Días que los que no creen en las patrias y los orgullos nacionales viven con incomodidad. Muchos independentistas catalanes argumentan que la solidaridad vendrá después de la separación de España.

¡Ojalá!

En la convocatoria a la concentración del 11 de septiembre de 1976, en Sant Boi, la primera tras el franquismo, se hablaba de 'libertad, amnistía y estatuto de autonomía', pero también de 'solidaridad con los pueblos de España'. Spinelli y compañía se habrían encontrado más a gusto allí que en la concentración que será más multitudinaria el próximo domingo, en Catalunya.