Los 460 millones

IGNACIO ESCOLAR

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Hay alguien de nombre desconocido que ha movido 460 millones de euros a través de una cuenta bancaria, opaca y sospechosa, que está investigando el juez Pablo Ruz por sus conexiones con la Gürtel. Para entendernos, que las grandes cifras despistan. En billetes de 50 euros, esos 460 millones pesarían 8,8 toneladas. Si los usásemos de moqueta, alfombraríamos nueve hectáreas. Y si los colocásemos uno detrás de otro, nos saldría una ristra de dinero de unos 1.288 kilómetros de longitud: tanto como para cubrir, cual pulgarcito, todo el trayecto desde Madrid a Suiza.

La cueva de Ali Babá es una cuenta opaca cuyo desconocido dueño se parapeta tras una empresa en Uruguay, según ha rastreado la Oficina Nacional de Investigación del Fraude (ONIF) por orden del juez Ruz. Tras la persona jurídica, la Audiencia Nacional sospecha que se esconden una o varias personas físicas. Probablemente un gran ladrón o una banda organizada de delincuentes; posiblemente gente a la que conocemos por su nombre aunque aún no lo sepamos. Alguien grande, alguien conectado. A su lado, Luis Bárcenas es un enano: 460 millones es nueve veces más de lo que encontraron en sus cuentas.

Moby Dick, esa ballena blanca que quiere cazar Ruz, solo puede ser una persona con un talento notable para la estafa, un corruptor de mayores; un ladrón capaz de acumular un botín que si fuese un océano se llamaría Pacífico y si fuese un río sería el Nilo. Alguien que sobrepasa por varias órdenes de magnitud ese mínimo que la Agencia Tributaria considera como delito fiscal, y que está en unos ingenuos 50.000 euros. El dueño de esta cuenta opaca supera esa cifra 9.200 veces.

La Audiencia Nacional sigue sin explicarse de dónde vinieron y a dónde iban unas transferencias muy cargadas desde varios paraísos fiscales hasta España. La cuenta se ha descubierto gracias a una comisión rogatoria enviada desde Suiza, que está colaborando más con la Audiencia que el sistema financiero español. Un banco no encuentra nada. El otro se olvida de quién firmó un cheque. El siguiente tuvo un inesperado error en su base de datos. Nadie sabe, nadie recuerda.

Con el salario medio en este país -1.639 euros mensuales-, un trabajador honrado necesitaría cerca de 23 milenios y 7 siglos para cobrar 460 millones de euros. Ese hipotético currito inmortal tendría que haber empezado a trabajar en el paleolítico superior, poco después de la extinción de los neandertales.

Que ahora aparezca este pozo negro de 460 millones deja claro el enorme trabajo pendiente, a pesar de las prisas que tienen algunos por cerrar el caso. La Gürtel lleva cinco años de investigación, pero la justicia todavía no ha podido cartografiar esta gigantesca cloaca donde desemboca toda la gran corrupción de la derecha.