GEOMETRÍA VARIABLE

Llega Pedro Sánchez: nada será fácil

Rajoy ha sido más víctima de la Gürtel y su pasado que de su gestión de los últimos años

Pedro Sánchez en la tribuna del Congreso.

Pedro Sánchez en la tribuna del Congreso. / periodico

Joan Tapia

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Este viernes será aprobada por primera vez una moción de censura. Se acaba así la etapa de Gobierno de Mariano Rajoy, iniciada a finales del 2011 y que hace una sola semana había conseguido una mayoría parlamentara para aprobar, por segunda vez en minoría, los presupuestos del Estado. ¿Cómo puede ser que Rajoy en una semana y con el mismo parlamento haya pasado de aprobar los presupuestos a perder la moción de censura?

Al final Rajoy no ha sido tanto víctima de su gestión -en el campo económico ha tenido éxitos indudables- sino de su pasado. La sentencia de la Gürtel -nueve años después de que Rajoy dijera que era una trama contra el PP- ha sido un golpe demoledor. No ya en los discursos, en los hechos. Una encuesta de 'El Confidencial' decía el miércoles que el 54% de los españoles (el 45% si era preciso el voto de los independentistas) apoyaba la censura. Y este viernes una mayoría parlamentaria, superior a los 176 diputados, la votará. ¿Justo o injusto? ¿Conveniente o inconveniente? Simplemente la realidad. Y en este pasado cuenta no tanto el recurso al 155 -Sánchez la ha apoyado- sino las pasiones de la campaña contra el Estatut del 2006. El secesionismo se ha equivocado a lo grande, pero el PP ha sembrado  desconfianza en Catalunya y Euskadi.

Sánchez dijo con acierto que en democracia la corrupción no es una banalidad. Y que crea inestabilidad. Se acaba de ver. Pero para funcionar, la democracia -miremos a Italia- debe tener también resultados en crecimiento y empleo. El líder socialista habló de regeneración institucional, de respetar las normas presupuestarias de la UE y de europeísmo. Está bien y por eso afirmó -no solo para satisfacer al PNV- que asumiría los presupuestos recién aprobados. Es inteligente. Pero gobernar exige, además del rechazo a la corrupción, una mayoría social y un pacto parlamentario razonable.

Sánchez será este viernes presidente de Gobierno de acuerdo con las normas constitucionales. Y -tras tanta inestabilidad y falta de diálogo, en especial con Catalunya- hay que desear lo mejor a la nueva etapa que no puede basarse solo en la censura a la corrupción y la obligada regeneración institucional. Se necesita no solo un programa responsable -que Sánchez esbozó, aunque con falta de concreción- sino una mayoría con cierta coherencia. Y ahí Sánchez tiene un déficit preocupante. Este viernes triunfará, pero 85 diputados son menos que los 136 de Rajoy. Y lo que predica Sánchez respecto a las normas presupuestarias europeas puede ser poco compatible con Podemos. Y la negociación con el independentismo -que tiene mayoría en Catalunya- no será nada fácil. El debate de este jueves entre un algo asustado Sánchez y un algo irritado Tardà lo reveló. Quizás la ventaja de Sánchez es que, aunque no en sus mejores momentos, tanto el PSC de Miquel Iceta como los socialistas vascos son más fuertes y respetados que los PP locales.

La era Rajoy se ha acabado. Pero Sánchez debe tener presente que, como le advirtieron este jueves Rajoy y Aitor Esteban -y él mismo admitió-, nada será fácil.