El tablero catalán

Liados con las cuitas y los símbolos

Nada es tan sencillo como poner o quitar un lazo. Ni la lucha por la libertad y la igualdad ha nacido vestida de amarillo

El Ayuntamiento de Barcelona vuelve a colgar en su fachada un lazo por la libertad de los presos.

El Ayuntamiento de Barcelona vuelve a colgar en su fachada un lazo por la libertad de los presos. / ELISENDA PONS

EMMA RIVEROLA

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Un grupo de ciudadanos decora unas farolas con lazos amarillos. Exigen la libertad de los que consideran presos políticos. Otros ciudadanos pasan por debajo de los lazos sin compartir el calificativo de los encarcelados, pero creen que la prisión preventiva no está justificada. También se pasean bajo el amarillo los que celebran la decisión del juez Llarena y algunos la aplauden con tanto arrojo que, una noche cualquiera, retiran los lazos de las farolas. Por último, los CDR tratan de impedir que los anteriores se dediquen a eliminar el color de su protesta.

Este arriba y abajo con un lazo amarillo es un ejemplo del momento que vivimos. En el que cualquier acción destila un exceso de emoción. Tanta que, a veces, resulta difícil desligar las cuitas. Y las reclamaciones más justas, más incuestionables, se embrollan con otras que están desdibujadas por unos intereses partidistas que las moldean a su antojo.

Se puede considerar descabelladas las encarcelaciones y las acusaciones de rebeldía para los encausados, pero, a la vez, no considerarlos inocentes. Responsables de vulnerar unas leyes que eran de todos, de ir de farol cuando no tenían ni cartas y, por encima de todo, de desdeñar a la mitad de la población de Catalunya y crear una maquinaria propagandística puesta al servicio de ese desprecio.

También se puede denunciar la corrupción del PP y, a la vez, alegrarse de que Gemma Galdon haya ganado la batalla contra el gobierno de Puigdemont que presentó una querella contra ella por afirmar en un programa de radio que la Generalitat estaba "llena de corruptos y delincuentes". Los mismos que ahora se exclaman por el acoso a la libertad de expresión, ayer pedían dos años de cárcel a quien hizo uso de ese derecho recordando algo que era verdad. La sentencia no solo es positiva para Galdon, también para combatir la amnesia selectiva que a veces nos invade. Nada es tan sencillo como poner o quitar un lazo. Ni la lucha por la libertad y la igualdad ha nacido vestida de amarillo. Que los símbolos no nos roben las razones.