Análisis

La leyenda del perdedor

El PSOE debe dejar que fluyan los trámites parlamentarios para poder liderar cuanto antes la oposición

JORDI MERCADER

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Pedro Sánchez acumula tres fracasos desde el 20-D al 26-J, pasando por el 'non-nato' gobierno del cambio, y parece empeñado en agrandar la inevitable leyenda del perdedor provocando nuevas elecciones. Contradiciendo la lógica de la frase más repetida por el secretario general del PSOE y su entorno desde la victoria de Rajoy: «La responsabilidad la tiene el PP». Ergo, lo razonable sería dejar que la ejerza según las condiciones dictadas por el electorado: en minoría y con él como jefe de la oposición. Pero por ahora no parece que vaya a imponerse la idea del cierre de este capítulo de los desastres socialistas.

Un gobierno del PP es poco alentador para los socialistas, pero es la opción más realista, atendiendo las circunstancias objetivas, además de ser una urgencia para un país que soporta desde hace meses un Ejecutivo en funciones. No es el peor de los horizontes para el PSOE, muy necesitado de tiempo y reflexión para superar una etapa para olvidar.

Nadie puede defender, sin torturar el argumento, que permitir la creación de un gobierno para el que no existe alternativa es sinónimo de una alianza para gobernar. En el 2010, no se materializó la 'sociovergencia' tras la abstención del PSC para facilitar la investidura de Artur Mas. Entonces se habló de un ejercicio de responsabilidad de los socialistas y eso que les acababa de arrebatar la presidencia.

El PSOE no tiene necesidad de pactar con el PP la investidura de Mariano Rajoy porque en ningún caso puede convertirse en socio de los populares. Tan solo debe dejar que fluyan los trámites parlamentarios para poder liderar cuanto antes una oposición exigente al Gobierno de la derecha.

Se entiende que esta actitud puede ser un trágala para muchos militantes, pero ni los más ortodoxos pueden negar que la expectativa más deprimente para el PSOE sería asumir en solitario la responsabilidad de unas terceras elecciones. Para Sánchez supondría una prórroga forzada de su cuestionado liderazgo, pero a riesgo de sumar a su cuarto fracaso la quinta derrota.