La rueda

Legitimidad de quita y pon

El PDC está en su derecho de acudir al TC, ese tribunal al que ha deslegitimado mil veces

JORDI MERCADER

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No hay nada que un político no pueda sostener en público como lo más normal del mundo a pesar de ser lo más gracioso del momento. Eso se aprende en la academia de las juventudes de los partidos. Y Marta Pascal, la coordinadora general del Partit Demòcrata Català no faltó a la clase en la que se dio esta lección, tal vez dictada por Francesc Homs. Una habilidad muy útil para salir del paso, pero también uno de los peores enemigos de la credibilidad y una de las razones del desprestigio de la política. A la vieja Convergència las cosas no le van bien, especialmente en Madrid, donde, aprovechando sus pésimos resultados electorales, no les conceden ningún favor en forma de grupo parlamentario, a pesar de haber regalado algunos votos al PP para redondear la Mesa del Congreso a gusto de Ciudadanos.

Los diputados de CDC podrían haberse integrado en el grupo de ERC, partido con el que comparten gobierno, grupo parlamentario en Catalunya y objetivo histórico. Habría requerido un ejercicio de humildad, pero tendría coherencia. Quizá, intuyeron la negativa de sus compañeros de viaje soberanista a compartir la voz de la Catalunya independentista en Madrid y han evitado certificar sus desavenencias en público.

Al fin, han optado por convertir en ceniza politiquera su canto diario de desobediencia al Tribunal Constitucional, un tribunal deslegitimado mil veces en las últimas semanas por las mismas voces que ahora le reclaman amparo por las sospechas de persecución política a sus intereses de partido en las Cortes. El PDC está en su derecho a acudir al TC. Si el alto tribunal desoye su petición, no hay problema, seguirá siendo un instrumento al servicio del Estado español, siempre cojo en materia democrática, según el mantra de la desconexión. Pero si por un casual atendiera sus pretensiones, ¿cuánta legitimidad recuperaría el tribunal a los ojos del diputado Homs?