El legado de Jo Cox para Europa

La crisis que afecta a la UE es tan palpable que un voto masivo de Gran Bretaña en dirección a la salida decantaría múltiples voluntades en el resto del continente. El efecto tóxico se expandiría rápidamente, empezando por el Frente Nacional en Francia y el resto de movimientos vecinos y eurófobos que vienen alimentando teorías que alternan entre el proteccionismo y la xenofobia por todo el continente. Lo curioso de todos ellos no es que calquen sus proclamas populistas. Lo que les acerca más es un odio tremendo hacia todo lo que viene de fuera, que ahora aprovecha la entrada de refugiados, y que se refleja en un lenguaje muy violento que, aunque no les haga directamente responsables, está detrás del asesinato de Jo Cox.

Solos ¿Mejor?. La pregunta es absolutamente legítima, lo que genera más reservas, no obstante, es que la salida haya acabado encontrando sus principales argumentos en la extrema derecha y lenguaje del odio, más que en la construcción de una realidad diferente y mejor ¿Qué proponen los que salen? Prácticamente nada mas, el regreso a soberanías estancas, a países cerrados. Y ese es precisamente el resquicio por donde la población británica puede valorar qué es lo que está en juego. Porque aunque la campaña se ha llenado de argumentos a favor y en contra, con análisis económicos difíciles de contrastar a uno y otro lado, lo que de verdad está en peligro es el concepto mismo que vio nacer a la UE. La idea que defendía la joven parlamentaria asesinada en West Yorkshire de que la suerte y el progreso de cada uno esta conectado a la de todos: la nuestra a la de los refugiados, la de Gran Bretaña a una Europa no solo económica sino capaz de luchar por un mundo mejor.

El Parlamento de Londres rinde este lunes homenaje póstumo a Jo Cox. Triste decirlo, pero tal vez esta víctima ponga en evidencia que aunque el dilema del 'Brexit' sea legítimo, las políticas del odio y el lenguaje de guerra del que se ha venido alimentando son muy peligrosas y no solo ensombrecen el futuro de Europa, sino la convivencia pacífica, empezando por Gran Bretaña. No debemos prejuzgar y aunque la policía haya relacionado al asesino con la extrema

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derecha, ojalá la causa política no vaya mas allá de una crisis mental.

Un lobo solitario que, empapado del lenguaje misógino de la extrema derecha, haya decidido matar por su cuenta a una mujer joven convencida de que su responsabilidad política era dar acogida a los refugiados. Aun y así, el problema es que en nuestras sociedades hay muchos como él, que se amparan en una cultura de guerra hostigada por quienes encuentran argumentos para endosar todos los males a los que vienen de fuera.

Será imposible encontrar una sola razón para entender una víctima tan injusta, pero ojalá los británicos acaben descubriendo en su legado argumentos para no apoyar el lenguaje del odio y decantarse por un continente unido, abierto y justo. Sería el mejor homenaje a su memoria y un buen presagio para Gran Bretaña, y también para Europa.