Política municipal

Lecciones de agosto

Los problemas en Barcelona están tan arraigados y son tan estructurales que la solución empieza a ser muy difícil

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Eva Arderius

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Que este sería un agosto duro para Barcelona se podía intuir y los hechos así lo han confirmado. La situación no es nueva. Des de hace aproximadamente una década que en verano persisten los mismos problemas: la suciedad que genera el uso intensivo del espacio público, el ruido, el incivismo, el incremento del 'top manta', la inseguridad, el aumento de robos y la difícil convivencia entre los vecinos y el turismo más descontrolado.

Este año los problemas se han repetido y algunos se han agravado. Están tan arraigados y son tan estructurales que la solución empieza a ser muy difícil. Lamentablemente para los vecinos, lo que pasa en el Raval o en la Barceloneta ya no está solo en manos del Gobierno de Ada Colau. Las carpetas con todo lo que no funciona en Barcelona han pasado de mesa en mesa, de Hereu a Trias y de Trias a Colau. Y la alcaldesa ha tardado en abrirlas y ha dudado en las soluciones, y esto ha empeorado las cosas. El ejemplo más evidente es la crisis de los narcopisos en Ciutat Vella o la limpieza general de la ciudad.

Este era un agosto especial y decisivo por ser la previa de un año electoral y porque ha sido la demostración de que los problemas que tiene la ciudad ya no se pueden gestionar desde la minoría, con ejecutivos con un margen de maniobra tan limitado que solo les permite ir tirando. En las próximas elecciones ya no será suficiente con quedar primero, las estrategias de listas unitarias o candidatos mediáticos para ganar por la mínima pueden ser contraproducentes para una ciudad que está perdiendo brillo. Barcelona necesita mayorías: ya no se puede gobernar ni con los 14 ediles de Jordi Hereu y Xavier Trias ni, mucho menos, con los 11 que ahora tiene Ada Colau. El planteamiento de quien llegue primero gobierna, que solo hay que sacar un concejal más que el adversario, es un planteamiento erróneo para una ciudad con problemas crónicos y globales que requieren soluciones consensuadas y contundentes. Ganar es una cosa y gobernar, como ha quedado demostrado, es otra. Bienvenidos a septiembre.