Las oenegés, bajo sospecha, por hacer su trabajo

El poder recela de ellas ya que, por su labor, denuncian la reponsabilidad incumplida de las autoridades

Inmigrantes rescatados en el Mediterráneo central, a bordo del 'Golfo Azurro', el barco de Proactiva Open Arms.

Inmigrantes rescatados en el Mediterráneo central, a bordo del 'Golfo Azurro', el barco de Proactiva Open Arms.

RAFAEL VILASANJUAN

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La desconfianza de la fiscalía italiana fiscalía sobre la proliferación de oenegés al rescate de inmigrantes en el Mediterráneo y su posible conexión con las mafias del tráfico humano en Libia no debería sorprender ni asustar.

Como las gaviotas anunciando la proximidad de la costa, las oenegés son vanguardias que ocupan ausencias en un mundo desordenado. Con su presencia apuntan lugares donde el poder falla, dejando víctimas en el olvido. Por eso el poder siempre recela, porque apelan a la mala conciencia de una responsabilidad incumplida, y por eso ahora se concentran tantas en el Mediterráneo central, donde se juega la suerte de miles de vidas que huyen de la guerra, de la violencia o del hambre.

A nuestros gobiernos ha dejado de importarles de qué huyen, solo que no salgan. Construyendo muros, poniendo barreras y firmando acuerdos para retornar a los refugiados, la ruta ha cambiado y Libia se ha convertido en el principal punto de concentración de los que vienen de África, Asia y Oriente Medio. El error es pensar que son oenegés salvajes que dan alas a los traficantes. Es una política errante, en algunos casos criminal, con cierre de fronteras, la que obliga a rutas mas arriesgadas y mafias mejor pertrechadas. El tráfico humano en el Mediterráneo deja cada año unos mil millones de euros en manos de traficantes, la misma cantidad que Europa invierte en seguridad para frenar la inmigración. Un negocio doble que no cesa, ni nadie pone en cuestión.

Agitada por xenófobos, la idea de una sociedad asediada ha llevado a Europa a creer que los refugiados son su principal amenaza. De ahí que la UE haya dejado de considerar la llegada de refugiados como una crisis humanitaria y en su lugar despliegue una estrategia de contención, militarizando el Mediterráneo en busca de mafias, mas que de posibles naufragios y desconfiando de las organizaciones de ayuda, que por naturaleza cuestionan esta política y se niegan a colaborar. Por eso están bajo sospecha, pero para eso están.