Análisis
Las mujeres estamos pero no mandamos
Necesitamos demostrar a las nuevas generaciones que ser 'top model' no es el único objetivo de las niñas en la vida
Estrella Montolío
Catedrática de la Universitat de Barcelona.
ESTRELLA MONTOLÍO
¿Por qué las mujeres están en la ciencia pero no alcanzan los puestos de decisión y de gestión? La respuesta es compleja y multifactorial, pero veamos algunas razones. De un lado, necesitamos que haya paridad de género en los comités y tribunales que evalúan las plazas y la dirección de proyectos y organismos de investigación. Pero dado que los sesgos de género los acarreamos todos, hombres y –si bien es de sospechar que en menor medida– también las propias mujeres, es preciso que unas y otros tomemos conciencia y no nos dejemos conducir por prejuicios que llevan a evaluaciones injustas.
Un ejemplo: hemos de ser conscientes de que una mujer relativamente joven, bajita y con voz tal vez no muy potente puede tener conocimientos y habilidades de gestión no solo iguales sino, por qué no, incluso superiores a los de un varón alto, desenvuelto, seguro de sí mismo y de voz nítida. Los psicólogos han demostrado la existencia del aura que acompaña a las personas altas, que nos lleva a percibirlas como más inteligentes y resolutivas que quienes tenemos una estatura, digamos, más discreta. Algo semejante ocurre en el caso de los hombres, que con mucha frecuencia, en igualdad de currículums, actitudes y habilidades, son percibidos como más solventes o más capaces de coordinar un grupo humano o de gestionar grandes sumas de financiación que una mujer.
LA FASE DE LA MATERNIDAD
De otro lado, la maternidad sigue constituyendo un problema para las mujeres que desean hacer una carrera científica competitiva, porque, en general, la fase de maternidad y crianza coincide de pleno con la etapa de mayor exigencia en la competencia por el alcance a los recursos. ¿Cómo se podría revertir esta desaparición de las científicas que se proponen ser madres? La solución no es fácil, pero tampoco imposible. Ahí van algunas posibilidades. Una, proveer, como están haciendo algunos proyectos europeos, ayudas económicas para que, si las madres así lo desean, puedan contar con ayuda externa. Dos, necesitamos absolutamente que nuestros hombres se impliquen más en la crianza y en las tareas domésticas. Si las científicas no pueden compartir con sus compañeros las idas y venidas al cole, el cuidado de los mayores, la cocina o la gestión del lavado de la ropa, por poner ejemplos del todo prosaicos, difícilmente van a poder competir al mismo nivel que sus compañeros si no es con un continuo sobreesfuerzo, tal como es en este momento la realidad de muchas investigadoras.
Pero, créanme, hemos de conseguir que haya más mujeres liderando proyectos internacionales, grandes avances en ciencia, siendo el nombre propio que está detrás de grandes descubrimientos. Porque necesitamos demostrar a las nuevas generaciones que ser top model o bloguera de moda no es el único objetivo que las niñas tienen en la vida; porque necesitamos que las mujeres de nuestro futuro tengan más referentes que... Beyoncé.
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