Las líderes políticas y el feminismo

La candidata a la secretaría general del PSOE encarna como nadie la estructura patriarcal del partido

Susana Díaz

Susana Díaz / periodico

GEMMA ALTELL

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Escuchábamos hace unos meses que la señora Susana Díaz era la ganadora de las primarias del PSOE en todas las quinielas. Entre los valores que se le suponen está la posibilidad de ser la primera mujer secretaria general del partido, y me pregunto: ¿cuál es este valor añadido? Que la señora Díaz acabe siendo la secretaria general es tan poco transformador para las mujeres como que la señora Merkel sea la cancillera alemana. Cada mujer que accede a una posición de poder en política está legitimada para hacerlo y debe ser valorada por su acción de gobierno. Pero no nos confundamos. Colgarse la etiqueta de la lucha por la igualdad o la lucha feminista por proponer una candidata mujer es oportunista.

Cuando ha tenido oportunidad de gobernar el PSOE ha demostrado llevar a cabo buenas políticas de igualdad de oportunidades entre mujeres y hombres, ha sido pionero en este ámbito por ejemplo  con la creación del Ministerio de Igualdad; asimismo, muchas mujeres socialistas han recibido críticas profundamente machistas  por el hecho de ser mujeres (María Teresa Fernández de la Vega o Leire Pajín, entre otras) a menudo debidas a decisiones políticas que pretendían erosionar el 'statu quo' patriarcal. Este no es el caso de Susana Díaz; vamos viendo que Susana Díaz encarna muchos de los tics de la llamada «vieja política»: es partidaria de estructuras poco democráticas, utiliza estrategias turbias para acceder al poder, se rodea y escuda en los barones del partido que representan el pasado con el fin de quedarse anclada en el poder. En ningún caso hace una autocrítica profunda sobre porqué su partido está perdiendo representatividad social a una velocidad de vértigo.

UNA GUERRA CAINITA

Esta candidata representa al 'establishment' y la estructura patriarcal del partido más que ningún otro. No es que los otros candidatos presenten una propuesta que esté en los antípodas de estas posiciones; de hecho, el PSOE se ha enzarzado en una guerra cainita que, en ningún caso, contribuye al debate de fondo y a escuchar las necesidades de la sociedad de hoy y de mañana. Ahora bien, no podemos caer en el error de censurarla doblemente por ser mujer y ser continuista, no sería justo; pero tampoco le podemos atribuir el valor del cambio por ser mujer. A ella, que solo habla en términos de ganar y perder elecciones.

Como bien dice la doctora en psicología social Sara Berbel Sánchez, para que la incorporación de las mujeres a las posiciones de poder y decisión (ya sea en política, en el ámbito empresarial, etc.) realmente suponga un cambio  transformador socialmente en términos de igualdad entre mujeres y hombres–incluyendo nuevas formas de liderar– que aporte elementos diferenciales para mujeres y también para hombres, es necesario que las mujeres lleguemos en un número suficiente.

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Cuando una mujer sola llega al poder se suele producir una asimilación de esta a las estrategias, estructuras y formas mayoritarias para poder convivir y sobrevivir en el poder. A menudo, las mujeres no nos sentimos cómodas ni en formas ni en contenidos con estos estilos clásicos, heteropatriarcales, confrontadores, poco negociadores y poco empáticos en el ejercicio del poder. Esa es una de las dificultades con las que nos encontramos para llegar a puestos de decisión. Se suele producir una suerte de selección natural (es decir patriarcal) que hace que, en gran medida, las mujeres capaces de entrar en el juego político tradicional –y por tanto ser reconocidas por los hombres– son las que aceptan y se adhieren al 'establishment'. Es decir, lo que han hecho mayoritariamente los hombreS durante décadas.

OTRA POLÍTICA

 Afortunadamente, hoy tenemos algunas excepciones relevantes como la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, o la de Badalona, Maria Dolors Sabaté, que, sin entrar en análisis programáticos, están intentando hacer política de otra manera; demostrando que se puede escuchar al adversario e intentar negociar, que lo más importante es el bien de la ciudadanía o que mostrar las emociones no te hace más débil si no más fuerte.

Estas nuevas formas de liderar no son propiedad exclusiva de las mujeres pero necesitan de las mujeres para incorporarse en la cultura política. Seguro que dentro del PSOE hay mujeres con capacidad de impulsar y renovar un partido que tiene que ser, necesariamente, relevante en la escena política actual pero no tienen visibilidad suficiente. Es una lástima, una oportunidad perdida para las mujeres socialistas, para todas las mujeres y para la política.