La rueda

Las lágrimas de Ramón y Cajal

ANTÓN LOSADA

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Andamos tan distraídos con esta sucesión interminable de cotilleos y tramas mafiosas en que se ha convertido la política en España que las cosas que tienen importancia pasan sin que nadie se la dé. Aquí todo el mundo se dedica a jugar alegremente con las cosas de comer. Acabamos de saber que el mismo Gobierno que ha recortado becas, cerrado institutos de investigación, aniquilado proyectos científicos o despedido investigadores como si en España la ciencia fuera algo que nos estorba para ser camareros, albañiles o concursantes de 'Gran Hermano', ha dejado sin gastar la mitad de su presupuesto para I+D en el 2013.

Mientras nuestros científicos emigraban a países encantados de recibir su ciencia gratis total, o concursaban en la televisión para conseguir dinero y continuar su trabajo, en los pasillos del poder Rajoy y Wert contaban las monedas de oro como hacía el Tío Gilito en las historias del Pato Donald.

En otro éxito indiscutible del Gobierno de Rajoy nos hemos ahorrado en ciencia más de 2.200 millones de euros. Aunque debería saber que, en España, si el Estado no hace ciencia, nadie la hará. En términos de innovación tecnológica, según datos de Eurostat, España se sitúa entre los 10 países que menos invierten y solo la tercera parte de esa inversión responde a las grandes empresas privadas españolas, que dedican a innovar la mitad que sus competidores alemanes o franceses.

Al nobel Ramón y Cajal no le quedaría otra que seguir llorando por la investigación en España. Como debió hacerlo cuando recorrió con su microscopio media Europa para convencerles de que hacía ciencia y en España, el país del mundo donde tanto gusta hablar y magrear la educación, la ciencia y la investigación sin poner un euro para mejorarlas.