La pena capital

La larga espera de Nick Harris

Lo que nos cambia no es la muerte, sino su cercanía. Es bueno saberlo para irse preparando

CARE SANTOS

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Un señor llamado Nick Harris fue acusado de violación y asesinato cuando tenía 20 años y condenado por ello a pena de muerte por la justicia de Estados Unidos. Pasó Harris 22 años en el corredor de la muerte de diversas prisiones, entre ellas la de Pennsylvania. Ya que estuvo solo gran parte de este tiempo, aprovechó para estudiar y leer. Más de mil libros en tres años, según aseguró él mismo. Una prueba de ADN reveló en el año 2004 que era inocente. El violador y asesino había sido otra persona. Harris fue puesto en libertad.

El año pasado esta demoledora experiencia se convirtió en un documental titulado 'The Fear of 13' ('El miedo al 13'), que fue dirigido por el británico David Sington. El título alude a la 'triscaidecafobia' de Nick Harris, una palabra que aprendió mientras estaba recluido gracias a sus lecturas: el miedo irracional ('phobia') al número 13 ('treiskaideka'), según los griegos.

Dice el filósofo Joan-Carles Mèlich citando a Kafka: «Lo peor de una condena a muerte no es la muerte, sino la espera». Nick Harris no recibió ayuda psicológica alguna ni se volvió loco, como les pasó a muchos otros. Fiódor Dostoyevski, indultado en el último momento por el mismo zar que le había condenado, jamás se recuperó de ese terror último vivido al pie de un cadalso en la ciudad de San Petersburgo. Luego sufrió ataques epilépticos durante el resto de su vida. Más tarde escribió -nos legó- sus pesadillas.

Nick Harris, en cambio, aprovechó la prisión para formarse. Al salir de ella, se convirtió en un militante de la abolición de la pena de muerte. Contó su caso ante las Naciones Unidas, también ante la Unión Europea y llegó a ofrecer centenares de conferencias en centros educativos.

También se convirtió en una especie de un 'apóstol del perdón' que va por ahí diciendo cosas como esta: «Si no hubiera ido a prisión, mi vida no sería tan buena como es ahora.»

Volverse loco o profeta. Lo que nos cambia no es la muerte, sino su cercanía. Es bueno saberlo para irse preparando.