Dos miradas

La mancha

La justicia española debe estar a la altura de la exigencia democrática respecto al encarcelamiento de los Jordis

Amnistía Internacional critica la sentencia del 'procés' y pide la liberación inmediata de Sànchez y Cuixart

Amnistía Internacional critica la sentencia del 'procés' y pide la liberación inmediata de Sànchez y Cuixart / periodico

Emma Riverola

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Josep Borrell, ministro de Asuntos Exteriores, ha retirado el estatus diplomático al delegado del Gobierno de Flandes por las numerosas declaraciones críticas del presidente del Parlamento de Flandes, Jan Peumans, a España. La última gota cayó el pasado miércoles cuando Peumans afirmó que "el Gobierno español es incapaz de cumplir las condiciones para formar parte de una Europa democrática" y que "encerrar a políticos es un acto de violencia".

Tiene razón Borrell al defender la democracia consolidada española, pero todas las razones naufragan en esa prisión preventiva que asfixia cualquier posibilidad de dar aire a la normalidad. Tan falso es afirmar que vivimos en una dictadura, como sacar pecho y asegurar que nuestra democracia está impoluta. Porque este año en la cárcel de Jordi Cuixart y Jordi Sánchez Jordi Cuixart y Jordi Sánchez es una mancha demasiado profunda y dolorosa como para ser obviada. Nadie que no observe la realidad con el filtro de la venganza ve en el comportamiento de los dos activistas un ápice de violencia. Afirmar que esta se produjo es tergiversar tanto el significado de la palabra que, con la misma vara de medir que aplica Pablo Llarena, es el Estado el que la comete. Y esta reflexión se acerca bastante a "encerrar a políticos es un acto de violencia".

El modo más contundente de combatir las críticas denigrantes es no dar razones para alimentarlas. La justicia española debe estar a la altura de la exigencia democrática.