LA CLAVE

La línea que une a Rajoy y Junqueras

El interés del presidente converge ahora con el del independentismo pragmático: necesitan con urgencia un nuevo Gobierno en la Generalitat

El vehículo que trasladó a Puigdemont a la prisión de Neumünster.

El vehículo que trasladó a Puigdemont a la prisión de Neumünster.

LUIS MAURI

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Una línea delgada y sinuosa une el despacho de Rajoy con la celda de Junqueras. Los archienemigos tienen un interés en común. El independentismo catalán no es un cuerpo homogéneo. Es un magma fluido, mutante, proclive a los giros dramáticos. Los posibilistas de hoy son los maximalistas de ayer y algunos pragmáticos de ayer son los irredentos de hoy. Solo la CUP puede presumir de coherencia en el discurso y la acción.

Hoy, ERC y parte del PDECat defienden abandonar la unilateralidad (por lo  menos, tácticamente) y recuperar el autogobierno cuanto antes. Enfrente, los fieles de Puigdemont en JxCat y el PDECat siguen despreciando la potencia del Estado y su anclaje internacional, y mantienen un pie en la desobediencia y la vista en una repetición electoral.

Este pulso decidirá el futuro próximo de Catalunya y, por extensión, de España. Un pulso que podría haber concluido antes de que la justicia alemana adopte una decisión sobre la demanda de entrega de Puigdemont. Para entonces podría haber ya un nuevo Gobierno catalán. En cualquiera de los casos, la decisión de la Audiencia de Schleswig-Holstein impactará en la política catalana y española como los 8.000 kilos de chatarra espacial que están a punto de caer sobre la Tierra.

Ridículo o fracaso

Si Alemania entrega al expresidentexpresident para que sea juzgado por rebelión, la decisión ridiculizará la pretensión independentista de que la justicia española es el brazo prevaricador de un Estado dictatorial indigno de la UE. Y si solo lo entrega por malversación, certificará el fracaso de la estrategia del Gobierno de Rajoy, dejará en evidencia al Estado y reinflamará la épica secesionista.

Todas estas variables se proyectan con fuerza sobre el tablero político. El interés de Rajoy converge ahora con el de los independentistas pragmáticos: necesitan con urgencia un nuevo Gobierno en la Generalitat. Los últimos, para recobrar aliento y evitar una repetición electoral a la que sus votantes podrían responder con síntomas de agotamiento o frustración. Y Rajoy, para poder levantar el 155 y conseguir el imprescindible sí del PNV a unos Presupuestos sin los cuales acudirá desnudo al nuevo ciclo electoral.