MIRADOR

La justicia es parte de la solución

Lo que frena hoy la tentación unilateral es que los delitos tengan consecuencias

Manifestación en apoyo a los Jordis en Barcelona

Manifestación en apoyo a los Jordis en Barcelona / CARLOS MONTAÑÉS

Joaquim Coll

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El pasado sábado, el Servei Meteorològic de Catalunya, en otro ejemplo de instrumentalización de las instituciones, acompañaba uno de sus partes informativos en Twitter con el cartel 'Cims per la Llibertat': la ascensión simultánea a 18 montañas por parte de miles de independentistas para reivindicar a los presos. La información oficial sobre el tiempo se sumaba así a la promoción de un acto partidista encabezado esta vez por Quim Torra, que por la tarde tuiteaba una fotografía en la que se le veía perdido entre la niebla del Puigsacalm. En las redes muchos usuarios no tardaron en convertir esa imagen en una metáfora sobre él y su surrealista presidencia.

Hoy el independentismo no tiene otro pegamento que los presos preventivos y el esperado juicio. Los medios llevan días filtrando que la Fiscalía General del Estado, en su escrito de acusación, se inclina por mantener el delito de rebelión pero con las penas mínimas, a la espera de cómo se desarrolle la vista oral. Entre tanto, los acusados seguirán en prisión por riesgo de fuga, una medida que disgusta a muchos pero que no tiene nada de irregular.

La huida de Carles Puigdemont, junto a otros cuatro 'exconsellers', y luego más tarde de Marta Rovira, lo ha hecho casi inevitable: a los jueces no les gusta que los acusados se escapen. Así que, por favor, no culpen a Pablo Llarena. Lo raro sería que la justicia, cuando se rompe la democracia constitucional, se declara la independencia y se gasta dinero público en actos ilegales, hiciese la vista gorda. En el juicio, los fiscales tendrán que demostrar las acusaciones y puede que, al final, la rebelión acabe en conspiración o sedición. Pero es absurdo exclamar que los líderes del 'procés' están encausados solo por opinar y poner las urnas.

A menudo se afirma que es difícil el retorno a la normalidad en Catalunya con políticos electos en la cárcel y que sería mejor hacer borrón y cuenta nueva. Al contrario, eso sería un grave error. No nos engañemos, lo que frena la tentación unilateral que ha dirigido el 'procés', es que los hechos delictivos tengan consecuencias y se deriven responsabilidades individuales. De lo contrario, repetirlo saldría gratis. Por eso hoy no hay desobediencia y sí, en cambio, mucha gesticulación.

Es cierto que la justicia no acabará con un problema político, pero su actuación ha provocado ya la fractura entre ERC y JxCat con la perdida de la mayoría independentista en el Parlament. Hoy la unilateralidad ya les divide mucho más de lo que les une la causa de los presos. No es poca cosa. Ahora la duda es saber qué pasará con los Presupuestos. Los republicanos en el fondo desearían pactarlos con Pedro Sánchez y acordar las cuentas de la Generalitat con 'comuns' y PSC.

Más difícil es que JxCat haga un esfuerzo de posibilismo tras los ultimátums de Torra y las amenazas de Puigdemont. Otra cosa sería que el PDECat se acabara liberando de la tutela del 'expresident', pero a corto plazo no parece probable. Antes o después, el pragmatismo se acabará abriendo paso del todo, lo cual demuestra que la justicia es también parte de la solución.