EDUCACIÓN

La FP del precariado

El panorama de la Formación Profesional ofrece muchos desafíos que siguen sin respuesta y estamos muy lejos de las tasas de inserción laboral que deberían ser las esperadas

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Xavier Martínez-Celorrio

Xavier Martínez-Celorrio

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Antes de la crisis, la formación profesional ganó un apreciable prestigio como opción cualificante escogida por los jóvenes para su inserción laboral. Ante las dramáticas tasas de paro durante la crisis, la FP sirvió como refugio y trampolín para elevar el nivel de titulación y posicionarse mejor en la cola de espera al empleo. Antes de la crisis, el 68% de los graduados en la FP encontraban empleo pasado el primer año tras graduarse. Ahora solo lo consigue el 45%. Por lo tanto, estamos muy lejos de las tasas de inserción laboral que deberían ser las esperadas y sin poder aspirar a tasas de inserción del 80%. Toda una anomalía.

Entre los que encuentran empleo, y sumados los graduados en FP media y superior, se observa una pauta constante desde el curso 2006-07: solo el 24% es contratado como indefinido tras el primer año y el 73% tiene contrato temporal. La reforma laboral del 2012 no ha contribuido a modificar esa pauta estructural ni a reforzar la seguridad en el empleo de los graduados en FP. Al revés, los primeros empleos cada vez duran menos (el 52% dura menos de tres meses), aumentan los de media jornada ocupados más por mujeres y todos los empleos están peor pagados. Es la consecuencia del modelo laboral y productivo de bajo salario por el que ha optado el Gobierno del PP.

Entre los que tienen la suerte de trabajar a jornada completa, tan solo el 32% de los graduados en FP superior y el 23% en FP media superan los 1.200 euros netos de salario mensual, situándose la media en unos 900 euros. Con estos salarios, el alza del nivel de vida y el precio de los alquileres por las nubes se hace casi imposible emanciparse del hogar paterno y tener proyecto de formar nueva familia a la larga. Y eso que la media de edad de los graduados en FP media y superior es de 24 años. De hecho, tan solo el 23% de los graduados en FP tienen entre 16-19 años, mientras que uno de cada tres tiene más de 25 años. Cada vez más, el sistema de FP es un sistema abierto de segundas y terceras oportunidades con flujos continuos de entradas y salidas.

Sin embargo, el ajuste entre la FP y el mercado de trabajo siempre será imperfecto en un país como España, con cualificaciones opacas de empresa y un modelo escolar de FP que, además, sufre la desnivelación de titulaciones en sectores como la hostelería y la banca, donde se contrata antes a graduados universitarios que a graduados en FP. Además se sigue sin atajar el problema de contar con un 45% de la población activa en Catalunya que no tiene acreditada su cualificación profesional. 

Con una oferta de plazas que sigue siendo insuficiente para la demanda real y potencial, una tasa de abandono en la FP media que es escandalosa y los bajos salarios que ofrecen las empresas, el panorama de la FP ofrece muchos desafíos que siguen sin respuesta y sin un modelo claro de corresponsabilidad de las empresas. Pagar salarios 'low-cost' deprime la demanda y el bienestar general, creando más precariado en lugar de crear más clase media y seguridad en el empleo cualificado. Es la apuesta equivocada con mayor desigualdad y frustración.