Al contrataque

Juicio real

ANA PASTOR

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Lleva un maletín negro cargado de documentos y libros. Diego Torres tiene 51 años, pero su imagen es la de alguien mucho mayor. A mediados del 2013 comenzamos las gestiones para conseguir una entrevista con el exsocio de Iñaki Urdangarin, con el hombre que muchos consideran pieza clave del caso Nóos y al que nunca hemos escuchado. Dos años después se ha sentado con el equipo de El Objetivo a pocas horas del juicio de la Audiencia de Palma por el que él, Urdangarin y la infanta podrían ir a la cárcel. En la entrevista, Torres asegura que le molesta mucho que se afirme que Urdangarin era el tonto útil mientras que él era el cerebro de los negocios. Asegura que se asoció con el yerno del Rey por sus conocimientos deportivos y niega que su posición en la familia real les facilitara la llegada a los círculos de poder. Algo difícil de creer si tenemos en cuenta que ambos lograron reunirse en la Zarzuela con Francisco Camps o Rita Barberá y que Urdangarin se veía cuando quería con Jaume Matas. Los principales negocios del Instituto Nóos se hicieron con las administraciones públicas de la Comunidad Valenciana y el Gobierno de Baleares.

Un entramado opaco

Torres se enfrenta a nueve delitos y a 16 años de cárcel. Le va a costar mucho demostrar algo que el juez Castro no se ha creído en la fase previa del juicio. Tendrá muy difícil explicar un entramado de empresas opacas, la mayoría con sede en el mismo edificio o radicadas en Londres y Belice. Tendrá que explicar por qué tenía un testaferro panameño y de dónde salía el dinero que fue guardando en cuentas de Luxemburgo, que empezó a mover cuando ya estaba imputado en el 2012. Torres basa gran parte de su defensa en el argumento que van a escuchar mañana en El Objetivo: «La Casa Real lo sabía todo. El grado de conocimiento era espectacular. No solo nos supervisaban todo lo que hacíamos, sino que nos guiaban y hasta colaboraban con nosotros». Torres aquí sí utiliza documentos admitidos en la causa, como correos electrónicos del rey Juan Carlos o instrucciones de su propio abogado.

A partir del lunes sabremos si la Audiencia de Palma muestra la misma valentía que el juez Castro para que sepamos lo que ha pasado estos años. Quien sí merece ya nuestro reconocimiento es Antoni Diéguez, el diputado del PSOE de Baleares que hace diez años, cuando nadie lo hacía, tuvo la osadía de preguntar en el Parlamento autonómico por los negocios del yerno del Rey con Matas. A él no le cuadraban esos cientos de miles de euros de dinero público sin control destinados a no se sabe qué. La política al servicio de la gente, al servicio de la verdad. Diéguez, a quien también escucharemos en El Objetivo, nos confiesa que nunca pensó que vería a Urdangarin en el banquillo de los acusados: «Pensé que nos sentarían a nosotros por preguntar». Parece que algo sí ha cambiado en España en los últimos diez años.