El 'caso Palau': ocho años después

La investigación obliga a plantear cuestiones inquietantes sobre la realidad catalana

Fèlix Millet, junto a Jordi Montull, en la Audiencia de Barcelona, en abril del 2014.

Fèlix Millet, junto a Jordi Montull, en la Audiencia de Barcelona, en abril del 2014.

JOAN TAPIA

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El juicio empieza esta semana y surgen tres grandes cuestiones. Primera: ¿cómo pudieron Fèlix Millet y sus cómplices desviar a sus bolsillos casi 25 millones del Consorcio del Palau, que parecía un modelo de colaboración público-privada? Segunda: ¿cuál es la responsabilidad de CDC, cuyo tesorero es uno de los acusados? Tercera: ¿cómo puede ser que un escándalo tan mayúsculo haya tardado ocho años en juzgarse?

El primer interrogante tiene una respuesta. Catalunya es un país europeo y avanzado que convive con unos 'tics' tribales propios de países más feudales. Millet pudo mangonear tanto porque -según dijo a Andreu Farràs en el 2001 en el libro 'L'oasi catalá'- presumía de ser uno de los 400 vips de Catalunya que se conocen y se encuentran en todas partes. Y Millet tenía un plus ya que venía de una familia de la burguesía catalanista y culta, lo que le hacía próximo tanto a Jordi Pujol como al partido gobernante.

Pero había también señales de alerta. Ya conoció la cárcel en los ochenta por la quiebra del fondo inmobiliario Renta Catalana (sin relación con el banco). Hay pues una deficiencia “in vigilando” en el patronato de la Fundación Orfeo Catalá y -mas grave- en los organismos públicos -no todos de CDC- que formaron el Consorcio del Palau.

La segunda cuestión es la implicación de CDC. Es indudable que fue un partido clave en la consolidación del autogobierno catalán e incluso de la democracia española. Pero es también probable -o algo más- que haya tenido rasgos caciquiles y una financiación poco ortodoxa. La denuncia de Pasqual Maragall sobre el 3% tuvo una dura y soberbia réplica de Artur Mas. Pero hoy, tras la confesión de Pujol, los sabrosos negocios de sus hijos, la imputación de Daniel Osàcar y que el partido tenga en este caso 30 sedes embargadas, parece que Maragall sabía de lo que hablaba y fue sectariamente anatemizado. Hay que respetar la presunción de inocencia pero es probable que el nuevo Partit Demòcrata tenga que limpiar a fondo. Y que deba ser menos exclusivista. No es sano que nadie se erija en conciencia moral de un país.

EL 'CASO BANKIA'

La tercera cuestión es espinosa. ¿Por qué han investigado hasta cinco jueces, la instrucción -ya lenta- estaba prácticamente concluida hace tiempo y han acabado pasando ocho años desde que la policía entró en el Palau? Es un caso de latrocinio con casi veinte acusados, pero la Audiencia Nacional acaba de condenar en algo más de dos años a 65, entre ellos Miguel Blesa Rodrigo Rato, el compañero de pupitre y el autor del milagro económico de José María Aznar, por las 'tarjetas black'. Y en la España del PP.

¿Hay más "manejos" aquí que en el Madrid del palco del Bernabéu? ¿Es más eficiente la Audiencia Nacional? ¿Habría entrado la policía en el Palau si la Hacienda catalana hubiera estado en las manos de la misma Administración que controlaba las cuentas del Palau?

No tenemos las respuestas, pero sí el derecho a plantear las cuestiones. La autoestima que rechaza auscultar la realidad acaba en tapadera pública de vicios privados.