Suerte de un fracaso

Juegan con el entusiasmo de la cultura

Con la propuesta ministerial a Màxim Huerta se jugó con la idea de que el conocimiento cultural solo se mide por la emoción y el mero disfrute

Màxim Huerta

Màxim Huerta / DAVID CASTRO

Isabel Sucunza

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Lo primero que pregunté el día que me propusieron encargarme de la producción de un programa de tele dedicado a los libros fue: "Pero, ¿yo sabré hacer eso?"

Yo era joven, leía sin parar, admiraba desmesuradamente a escritores. Ante aquel trabajo, yo era lo más parecido a una salvaje delante de un espejo.

No me veía, la verdad. Dije que sí solo después de asegurarme de que aquello que esa gente quería decir cuando decía "producción de un programa de televisión" solo implicaba de entrada leer mucho, comentarlo, llamar al invitado, ofrecerle un taxi y asegurarme de que tuviera un vaso de agua a mano durante la grabación. Todo eso sí que lo sabía hacer. A partir de ahí, como la mejor manera de aprender las cosas es haciéndolas y la mejor manera de que la gente sepa lo que tú haces es hacerlo con cierta constancia, cuanto más tiempo pasaba más segura iba yo a trabajar.

Así, por ejemplo, la segunda vez que tuve que llamar a Ana María Matute para que viniera al programa, me bastó con decirle a su hijo, que era quien respondía siempre al teléfono: "Hola, soy Isabel, del Saló de lectura", para que él supiera de qué iba el asunto, cogiera la agenda y lo tuviéramos todo solucionado en un momento.

Ahora bien, por muy entusiasta que seas, si lo que te proponen es ponerte al frente de un cargo que implica infinitamente más cosas -de gestión, diferentes disciplinas, presupuestos, legalidad…- y mucho más complejas que las que venías haciendo de antes, lo más probable es que todo ese entusiasmo te estalle en los morros.

Le han hecho una buena putada a Màxim Huerta; una bien grande al proponerle el Ministerio de Cultura. Y seguramente se la han hecho sabiendo que él diría que sí justo por su llámalo entusiasmo, llámalo inconsciencia.

Proponiéndoselo y haciendo todo el paripé posterior, lo que han hecho ha sido volver a jugar con la idea de que el conocimiento cultural se mide simplemente por la emoción y por el mero disfrute. Creo de verdad que hemos tenido suerte de que esta historia no haya llegado a prosperar.