IDEAS

Londres sigue siendo buen teatro

JOSEP MARIA POU

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Unos pocos días en Londres dan para mucho. Lo primero, para constatar que ya nada es lo que era, ni el frío, ni la lluvia, ni siquiera el viento. Y no digo la niebla, porque esta queda ya solo en el recuerdo de quienes somos lo bastante mayores para haberla conocido y lo bastante obsesos como para seguir buscándola en grabados y películas antiguas. ¿Qué hubiera sido de Londres sin su niebla de antaño? ¿Qué hubiera sido de Jack el Destripador sin ese puré de guisantes que disimulaba su llegada y le hacía invisible en su huida por el callejero de la City? Y, sobre todo, ¿qué hubiera sido del cancionero popular sin 'A foggy day', esa joya de Gershwin que estrenó Fred Astaire en 1937 y que desde entonces han venido cantando desde Sinatra Bowie, desde la Fitzgerald Rufus Wainwright?

"'A foggy day, in London town, it had mi low, and it had mi down'...”. Volver de Londres en diciembre y decir que no has pasado frío es raro, pero cierto. Temperaturas más altas de lo normal para estos días. Y ni una gota de lluvia. Miento. Cuatro gotas mal contadas, un día, a primera hora de la mañana. Más que lluvia parecían cuidados efectos especiales, encargo de alguna agencia para no decepcionar a los turistas. Si hasta he visto el sol todos los días. Estoy a esto de escribir que Londres ya no es lo que era, pero cierro el teclado y espero. Recapacito. Porque si es verdad que el cambio climático se impone, también lo es que hay caras que no cambian por mucho calentamiento global que las sacuda.

Londres sigue teniendo librerías. Y pubs. Y 'fish and chips'. Y Christmas Crackers. Y el 'Evening Standard', de regalo en cada boca de metro.Y la Burlington Arcade. Y el West End. Y -¡qué gozada!- miles de personas camino de muchos teatros, a cualquier hora del día. Si usted es aficionado al teatro y se acerca a Londres en esta fechas, olvídese del abrigo y el paraguas, si quiere, pero no olvide asegurarse las entradas para una de las mejores funciones que he visto en los últimos meses: 'Hangmen' (Ahorcados), de Martin McDonagh.

Función negra donde las haya, pero también de las de a carcajada por frase. Risas que se escapan solas y que duelen una vez reídas. Con la pena de muerte como centro. Y un reparto coral de los que marean, porque uno no sabe a donde atender cuando hay tanto bueno en escena.

Sin niebla, con poco frío y apenas algo de lluvia, Londres sigue siendo, empero, su teatro. Con eso me basta.

TEMAS