IDEAS

Ordeno y mando

JOSEP MARIA POU

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Le robo tiempo al sueño para meterme en un cine. Lo necesito. No me valen las 55 pulgadas del televisor del salón. Quiero la pantalla grande, cuanto más grande mejor. Añoro el cinemascope de mi adolescencia, el cinerama, la pantalla panorámica y el Todd-AO 70 mm. Añoro la gigantesca tela blanca que me envolvía y llevaba en volandas -mitad sábana, mitad alfombra- por entre los callejones del Hollywood de entonces. Añoro esas pantallas que tenían una o más cortinas a modo de telón, la manera como se abrían, sincronizadas con el apagado de luces de la sala, el ruido del mecanismo, siempre a punto de atascarse, el volumen de las conversaciones que disminuían y, por fin, el fundido a negro en el patio de butacas y el león de la Metro en lo alto.

{"zeta-legacy-destacado":{"strong":"He visto 'Esp\u00edas desde el cielo'\u00a0","text":"He visto 'Esp\u00edas desde el cielo'\u00a0y me he dado cuenta de que en realidad las guerras no han cambiado"}}

Cuando entro hoy en alguna de esas salas de minúscula pantalla, no puedo evitar un gesto de fastidio. Gesto que dura lo que tardo en sentarme en mi butaca -fila 4, pasillo, sin nadie delante, si es posible-, porque entonces me parece que con los primeros fotogramas de la película la pantalla se ensancha de repente, a lo largo y a lo alto, como esos actores de los que se dice que se crecen al entrar en escena, y me envuelve de nuevo y, de nuevo, me lleva en volandas por lo ficticio, para soltarme de bruces en lo real.

He visto esta semana una película que me ha gustado y que recomiendo: 'Espías desde el cielo'. Una película de guerra, como decíamos entonces. Aunque aquí se trate de una guerra moderna, sin apenas campo de batalla, ni desplazamiento de acorazados, ni rugido de aviones en el cielo, con lo que me ha parecido mucho más un excelente 'thriller' que otra cosa. Y de la que he salido jurándome a mí mismo no repetir nunca más la consabida frase de "las guerras ya no son lo que eran". Porque la frase es una falacia y porque la película deja claro que si las guerras han cambiado para quienes las hacen no es así para quienes las sufren. Han cambiado los métodos, las armas y, en ocasiones, hasta los motivos, pero los muertos siguen siendo los mismos. Los drones se manejan a distancia, las bombas se disparan a distancia, los blancos se escogen a distancia y, con todo, o quizás precisamente por eso, los muertos se me hacen más cercanos que nunca. 

No es verdad. Las guerras no han cambiado. Siguen siendo de "ordeno y mando". Aunque ahora la orden salga de un ordenador -¿de dónde sino?- y el mando sea un mando a distancia.