Pequeño observatorio

Josep Maria Cadena dibuja un mundo de dibujantes

El insulto y el desprecio son fáciles; la ironía es más difícil, porque pide inteligencia

Evolución en la edificación de vivienda de Barcelona

Evolución en la edificación de vivienda de Barcelona / periodico

Josep Maria Espinàs

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Yo nací en Barcelona, concretamente en la zona denominada Eixample. La población crecía y la ciudad se había hecho insuficiente. Era necesario encontrar un espacio de notables dimensiones que conectara con la Barcelona histórica. Saltando las históricas fronteras, la expansión ya no se podía detener.

La innovación de los espacios cuadriculados fue un gran acierto. ¿Nos podemos imaginar, hoy, una Barcelona sin la gran idea de los chaflanes? El cruce de dos calles sin chaflanes que se encontrarían repentinamente en ángulo y sin la protección que supone la visibilidad.

He pensado esto después de leer el libro de Josep Maria Cadena que lleva este título: 'Barcelona vista por sus dibujantes'. Es un volumen notable por el tamaño del contenido. Encontramos unas 200 reproducciones de dibujos que se publicaron desde 1888 en 1929.

Haberse conservado estos dibujos es un hecho que hay que celebrar. No únicamente por su antigüedad sino, muy especialmente por su calidad y fuerza expresiva. La cantidad de imágenes presentan todos los momentos y matices de aquella vida urbana.

El vestuario de las señoras de su tiempo. Los señores que se quitaban el sombrero cuando por el paseo acercaba una señora conocida.

En 'L'Esquella de la Torratxa' se podía leer la ironía y la sátira: "Un opulento banquero -se citaba el nombre- en los últimos años de su vida tendrá el gusto de mirar por encima de todos ricachos presentes y del futuro".

Los ciudadanos de hoy estamos satisfechos de nuestros progresos de la libertad. Es cierto que tenemos, en principio, más libertades que nuestros antepasados. Las últimas generaciones han ido empujando positivamente. Pero me parece que no hemos avanzado mucho, públicamente, en la aceptación de la ironía. El insulto y el desprecio son fáciles. La ironía es más difícil; porque pide inteligencia.