Palabra de cazatalentos

El fichaje de Monchi por el Roma, tras más de 15 años importando talentos para el Sevilla, debería ser la noticia del año

Monchi, en el estadio Sánchez Pizjuán

Monchi, en el estadio Sánchez Pizjuán / periodico

JORDI PUNTÍ

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Hubo una época, cuando tenía 13 años, en que quise ser ojeador del futbol. Habiendo entendido que nunca serviría como jugador, y menos para entrenar, me di cuenta de que mis opciones para vivir el futbol pasaban por el descubrimiento de promesas y diamantes en bruto. Si algún adulto me preguntaba que quería ser de mayor, mi respuesta no era médico, o piloto de avión, sino “cazatalentos”. Leía novelas de aventuras y me atraía esa vida viajera y con aires de espía, de un país a otro, de un campo a otro, miles de kilómetros siguiendo una pista --tendría mis informadores, claro-- para llegar de incógnito a un lugar remoto y descubrir al niño que remataba con un instinto reservado a los cracks. El Cruyff de Tesalónica, el Kempes de Sebastopol, el Beckenbauer de Pekín.

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Todo esto era la teoría, claro, pero tenía sentido en esos años en que el futbol todavía no se había convertido en un negocio global y programado por las grandes fortunas. Más tarde comprendí que en el esquema del Barça, basado en la cantera de La Masia, el ojeador era más local, y fui perdiendo el interés.

Puede que por todo esto me haya acordado estos días del maestro de los cazatalentos del futbol, Ramón Rodríguez Verdejo, más conocido como Monchi. Su fichaje por el Roma, tras más de 15 años importando talentos para el Sevilla, debería ser la noticia del año. Su mirada de explorador ha cobrado para el futbol español y mundial un sinfín de jugadores importantes. En la próxima final de la Champions de Cardiff, por ejemplo, dos “creaciones” suyas como Sergio Ramos y Dani Alves, estarán allí gracias a su buen ojo. Por no hablar de las carreras de Rakitic, Navas, Keita, Kanouté, Poulsen, Adriano, Palop, Negredo y tantos otros. No es ninguna exageración suponer que su paso a la liga italiana, si se prolonga durante varios años, cambiará el panorama de la Serie A, y no solo del Roma.

EL CONTRASTE

La habilidad de Monchi para dar una carrera a jugadores hechos y derechos contrasta con la otra noticia de la semana: el fichaje del Real Madrid de ese niño brasileño de 16 años, Vinicius Jr, por 61 millones de euros. Un despilfarro más propio de un nuevo rico luciendo cartera en un casino de Las Vegas. En Barcelona, entretanto, no se ha decidido la Liga y los medios ya están jugando a ser la legendaria portera de José Luis Núñez, apostando a diario por los que se irán y por los futuros fichajes millonarios del Barça.

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Quizá Robert Fernández no tenga el talento de Monchi, ni los contactos, pero lo que es seguro es que el Barça haría bien en no jugar al Monopoly de los fichajes millonarios de Florentino. Primero porque no hay tanto dinero en la caja, ni se espera, y luego porque el aficionado blaugrana gusta más de presumir de cantera, de la gente de la casa, y ahora mismo parece que vamos un poco escasos. El riesgo de subir a jugadores jóvenes es a la larga más gratificante. Se lo dice un ojeador sin experiencia.