Catalunya será fiel al ideal de justicia social, o no será. Construir Catalunya 1958

Un país responde a una idea comunitaria y no solo individual

"El gran mérito de Catalunya es que ha integrado, con beneficio para el país en general y para las personas concretas que se han incorporado en Catalunya durante más de cien años"

"El gran mérito de Catalunya es que ha integrado, con beneficio para el país en general y para las personas concretas que se han incorporado en Catalunya durante más de cien años" / periodico

JORDI PUJOL

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"El catalanismo será social o no será". O bien, "Catalunya será fiel al ideal de justicia social, o no será".

En el lenguaje de la época.

Años cincuenta y sesenta.

Años de redefinición del nacionalismo catalán después del hundimiento de los años treinta y del aplastamiento de los años cuarenta y cincuenta.

Unas afirmaciones propias de todo el nacionalismo catalán. La gran agitación ideológica de los años sesenta y setenta (en todo Europa, pero también muy presente aquí) introdujo variantes en este planteamiento. Que el tiempo y la realidad han ido decantando. Pero el núcleo de aquel planteamiento subsiste. Textualmente y en un lenguaje muy de la época. "Catalunya será fiel al ideal de justicia social, o no será".

Esto inspiró la acción de todos los partidos y movimientos catalanistas. En algunos sectores ideológicamente muy radicales de los años sesenta y setenta esto tuvo un intento de aplicación social y política muy rupturista que no cuajó. Pero en cuanto al resto, en líneas generales se puede decir que esta consigna se tuvo en cuenta. Así fue en el caso de los comunistas del PSUC. Y en el de los socialistas y de los socialdemócratas y de los democratacristianos. Y de los liberales.

Y en todas las propuestas procedentes de un nacionalismo que siempre se definió como comunitarista. Sin explicitarlo, todo el mundo estuvo tocado, afortunadamente, por la idea de "comunidad y persona", que algunos aprendimos de Péguy y también de otros autores.

Afortunadamente.

Afortunadamente porque solo si esta mentalidad era dominante -con variantes, pero dominante- Catalunya se podía salvar de la disgregación, de la pérdida de cohesión, del debilitamiento de la convivencia. Solo así podía mantener y fortalecer una personalidad colectiva que pudiera ser útil a su gente.

Una razón de ser, y un motivo, y un deber de un país es contribuir a dar a su gente contenido, forma, horizonte, dimensión colectiva, hábito de convivencia. La gente --las personas-- necesitamos ser lo que somos individualmente. La persona es individual. Pero no es plenamente persona si no se puede comunicar y tener trato con otras personas. O sea que también es necesariamente social. Esto ya nos lo explicó Aristóteles. Y todavía es así, pese a las numerosas teorías que han aparecido desde entonces.

Y esto tiene más de un aspecto --por ejemplo, la lengua, la cultura, la memoria, etc.--, pero también necesariamente que la vivencia de que un país responde a una idea comunitaria y no solo individual. Que este país es su casa. De cada una de las personas que lo integran.

Hoy, a esto, los países modernos miran de dar respuestas de una manera no única -lo hacen también a través de otros mecanismos-, pero muy importante, que es a través del Estado del bienestar. Es decir, a través de una acción y de un sistema que proporcione a cada ciudadano las condiciones de vida, las posibilidades de progreso económico y de ascensor social, de salud y de seguridad personal y familiar que de hecho son el anhelo del común de la gente.

Ya en el primer tercio del siglo XX este planteamiento, que en Europa se empezó a plantear justo antes de la segunda guerra mundial, a continuación se fue extendiendo rápidamente. En Catalunya también se había iniciado esta línea de pensamiento. Que nuestra guerra y la posguerra cortaron por lo sano. Pero que rebrotó. De una manera que liga sentimiento de país y la justicia social.

Y esto ha implicado la política, la acción social y la idea de país imperantes en Catalunya de los años setenta hasta hoy, es decir, desde el restablecimiento de la democracia y de la Generalitat. Con contribuciones diversas. No ha sido la obra de un solo sector ni de un solo partido. Y el resultado ha sido la instauración de lo que se llama el Estado del bienestar con un grado de amplitud notables y con criterios europeos avanzados.

Lo podemos afirmar sin presunción y con conciencia que es un mérito compartido por sectores diversos de nuestra sociedad y de nuestro mundo político.

ESTADO DEL BIENESTAR E INTEGRACIÓN

A los argumentos habituales en muchos países europeos a favor del Estado del bienestar, en el caso de Catalunya hay que añadir otro muy importante. Que es que la necesidad de cohesión interna que todo país tiene. En Catalunya es especialmente fuerte, dada la elevada inmigración que soporta desde hace mucho tiempo. Una inmigración que recibe sin disponer de muchos elementos creadores de cohesión y de integración que sí disponen los países con Estado propio. El gran mérito de Catalunya es que ha integrado, con beneficio para el país en general y para las personas concretas que se han incorporado en Catalunya durante más de cien años, y que lo ha tenido que hacer sin instrumentos de Estado. Lo ha hecho por la fuerza de la propia sociedad catalana y por la actitud de mucha de la gente venida de fuera.

Es decir, ha contribuido mucho el hecho que Catalunya les ha podido ofrecer una sociedad y una mentalidad que, más allá de la pura adscripción administrativa, invitaban -e invitan- a una incorporación positiva, creativa y con perspectivas de progreso.

Por lo tanto, el Estado del bienestar es una exigencia de justicia y de convivencia en toda Europa, pero en Catalunya es, además, una necesidad de cohesión y de identidad. Y por lo tanto, más que en ninguna parte, una exigencia de viabilidad. De viabilidad como país.

COHESIÓN, CONVIVENCIA E IDENTIDAD

Cuando se habla de la financiación de la Generalitat -sobre las que recaen en gran medida la existencia del bienestar en Catalunya- en realidad se habla del hecho de que Catalunya pueda matener o no solo una política social justa sino también su cohesión, su convivencia y su identidad. Es no entender nada, o deformar voluntariamente la realidad, decir como a veces se dice que para el Govern de la Generalitat, y en general para el nacionalismo catalán, el Estado del bienestar no es el objetivo prioritario, y no subrayar en cambio el ahogo económico y financiero que se aplica a Catalunya. Con una clara voluntad de hacer inviable el proyecto de Catalunya con identidad propia, con proyección y creatividad y, sobretodo, con cohesión y convivencia.

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