Gente corriente

Jordi Pérez: «Mi tarea es ser molesto, no agresivo. Soy pacífico»

Cobrador del Frac. Este licenciado en arte dramático sale cada día a la calle a avergonzar a morosos impenitentes.

Jordi Pérez

Jordi Pérez

NÚRIA NAVARRO

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En estos años de crisis, las peticiones de cobro a morosos han aumentado el 40%. Lo saben bien en El Cobrador del Frac. Jordi Pérez es uno de los tres uniformados de la empresa que se pasean por Catalunya como salidos de un musical de Busby Berkeley. Iba para actor dramático y ha encontrado en la calle su escenario.

-Acabé los estudios en el Institut del Teatre, me presenté a unos cuantoscastingse hice algunas cosillas sin mucho éxito. Me habría gustado ser actor dramático, pero hay un montón de gente para pocos papeles. Al final me decepcioné. Creo que mi trabajo en El Cobrador del Frac tiene algo de teatral.

-Representa un papel curioso.

-El escenario es la calle. No tengo ni gota de vergüenza de pasearme con el frac y la chistera.

-Usted no, pero el moroso...

-Esa es la clave. Cuando yo voy es que han fracasado un montón de intentos de negociación. Así que me planto en su puerta unos 15 minutos y hago publicidad de su deuda. Lo normal es que acabe pagando con solo una o dos visitas.

-¿A cuántos acosa al mes?

-A una media de 20 deudores.

-¿Qué hacen cuando le ven?

-Lo habitual es que se escondan. Algunos salen por puertas y ventanas traseras. Aunque la mayoría llama inmediatamente a nuestras oficinas para que no vaya más.

-Menos guapo, le dirán de todo.

-A veces te insultan, otras se ríen de ti -lo de «pingüino» es recurrente-, hay quien pide información e incluso está el que intenta sobornarte para que desaparezcas.

-Su trabajo debe de ser una fuente de anécdotas.

-Unas cuantas. Una vez fui a visitar a un moroso en Manresa y me salió con un palo. Tuve que salir corriendo dejando atrás la maleta y la chistera. También recuerdo a un constructor de L'Hospitalet que me obligó a ir 25 veces.

-¿Qué pasó en la número 25?

-Una casualidad. El hombre había pedido una línea de descuentos, estaba esperando la visita de alguien del banco y yo estaba ahí. Así que, ante el riesgo de que le paralizáramos la obra, antes de que viniera el del banco llamó para llegar a un acuerdo.

-¿Existe el profesional del impago?

-Sí. Suele ser un tipo que tiene un alto nivel de vida -muchas veces logrado a base de no pagar-, que maneja buenos vehículos, va a buenos restaurantes, vive en buenas casas. Un encantador de serpientes capaz de engatusar a cualquiera con mucha facilidad.

-¿Persigue a quien no puede pagar?

-No hacemos presión sobre una persona que tiene dificultades económicas. El problema de la gran mayoría de morosos, que suelen ser empresas, es que sus deudas están documentadas, tienen posibilidades de pagar, pero en algunos casos hace tanto tiempo que se las han reclamado que tienen asumido que no las van a pagar.

-Cobrará un plus de peligrosidad...

-Es el gestor el que recibe las amenazas de muerte. Yo no hablo con el deudor.

-¿Ni una palabra?

-Hay que mantener la distancia. No dar el brazo a torcer. Eso supondría tirar por la borda el trabajo de varios meses.

-¿El uniformado tiene un código de conducta?

-Tenemos el manual de procedimiento. Dice que tienes que ir aseado, ser respetuoso, no entrar en discusión, huir de la agresividad. El uniformado es una figura pacífica.

-Es su caso.

-Me cogieron por la normalidad. Soy gente tranquila. Si me insultan, me mantengo impasible. Mi tarea es ser molesto, no agresivo.

-¿Qué gracia tiene hacer esto?

-Tengo la sensación de hacer justicia, de ayudar a alguien que ha prestado un servicio y no lo ha cobrado.

-Siempre es un 'no grato'. ¿Cómo se sacude la presión?

-Este es un trabajo de resistencia mental, sí. No sabes qué vas a encontrarte ni cómo reaccionará el moroso. Así que los fines de semana saco la presión haciendomountain bikey andando por la montaña.

-Oiga, ¿quién inventó esto del disfraz y la persecución?

-En los años 80, en Colombia había unos señores que se disfrazaban de pollo y cacareaban ante la puerta del moroso. Aquí se copió la idea, pero con una presentación mucho más elegante. Porque el frac no es despectivo ni ridículo.