MIRADOR
Puigdemont, giro sin cambio
El proceso independentista nos roba la convivencia y la libertad y engorda una dinámica social y política suicida
¿Por qué los dirigentes separatistas mienten tan descaradamente?, se podría también haber titulado. Pero resultaba demasiado largo y corría el riesgo de alimentar el equívoco de que los interpelados no van en serio. Y no es cierto. Solo que no les importa nada lo que hayan podido prometer en el pasado. En la entrevista en TV-3, Carles Puigdemont dijo que descartaba una declaración unilateral de independencia. Fue una noticia que saltó en seguida a los medios y ha sido muy comentada desde entonces. Curiosamente, llevaba consigo una gran mentira obviada por casi todos.
Ante la sorpresa de Mònica Terribas, el nuevo 'president' afirmó "es que no está previsto". Aludía al compromiso electoral de Junts pel Sí. Pues bien, no es verdad. Compruébenlo en su programa. En capítulo 'La hoja de ruta hacia la independencia' queda muy claro lo que querían hacer en esta primera fase con una mayoría absoluta de diputados separatistas. En el tramo final de los 18 meses, antes de convocar las elecciones constituyentes de la nueva república, "se procederá a proclamar la independencia", se afirma negro sobre blanco.
Puigdemont mintió cuando negó la existencia de la DUI en el programa electoral de Junts pel Sí. Y Terribas lo sabía, pero no quiso ahondar en la contradicción. ¿Qué se puede esperar de una periodista que, según la mitad de los miembros del Consell de l'Audiovisual de Catalunya, vulnera su deber de neutralidad e imparcialidad al frente de un medio público? Claro que tampoco hace falta esperar a que nadie nos lo diga para saberlo. En cualquier caso, la inconfesable rectificación de Puigdemont evidencia el fracaso del plebiscito.
Si con algo menos de participación en la Catalunya metropolitana los partidos independentistas hubieran alcanzado el 50% de los votos, ya estarían planificando la DUI y todo lo demás. Pero la trampa continúa cuando el 'president' se niega a discutir la legitimidad de un proceso que no puede culminar. El giro no es un cambio de rumbo, sino solo una maniobra para evitar la intervención del Estado por la vía del artículo 155 de la Constitución y el ridículo ante la comunidad internacional.
Incapaces de reconocer sus errores, los dirigentes separatistas no se ruborizan al mentir porque solo viven el presente. Pueden afirmar lo contrario de lo que dijeron ayer y de lo que seguramente harán mañana. Por eso, más que el horizonte de la secesión, que los independentistas listos saben inalcanzable a medio plazo, lo auténticamente dañino es el 'procés' como tal. No solo nos cuesta mucho dinero a los catalanes, sino que nos roba la convivencia y la libertad. Instrumentaliza las instituciones, que son de todos, para ponerlas al servicio de una ideología, cuya injerencia es visible en los medios públicos y a veces en las escuelas. El 'procés' engorda una dinámica social y política suicida. Puigdemont ha introducido un giro sin cambio. El rumbo es el mismo.
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