Ideas

Ramon Llull como oportunidad

Cuando se cumplen 700 años de la muerte del escritor, filósofo y teólogo es un buen momento para reivindicar su trabajo

JAUME SUBIRANA

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En la primera lección de los manuales de gestor público está el consejo de presentar siempre que se pueda los problemas como oportunidades (de cambio, de mejora). Este año se cumplen 700 de la muerte del filósofo y escritor Ramon Llull, uno de los fundadores de la literatura catalana y de los primeros en usar, ya en el siglo XIII, una lengua romance para hablar en prosa de Dios y del buen gobierno del mundo.

Llull tiene la gracia y la complicación de que fue mallorquín y, a la vez, por familia y por cómo iban entonces las cosas (antes de la España sempiterna de los Wert y Margallo), catalán. Tiene la gracia y la complicación de que fue filósofo y, a la vez, teólogo, y no solo teólogo, sino enconado propagador de la fe cristiana (foll de Déu, le llamaban, y Doctor Iluminado). Tiene la gracia de que escribió en catalán pero también en latín y árabe (y, menos, en occitano, francés o castellano) porque es un apologeta y la lengua para él se subordina a la función del texto. Tiene la gracia y la complicación de que escribió centenares de obras, decenas de miles de páginas, que hoy no siempre son fáciles de leer y entender.

Los 700 años de su muerte me parecen una ocasión excelente para reivindicar el trabajo intelectual, el compromiso personal, la visión internacional, la máxima exigencia a una lengua vivida en comunidad y, a la vez, la prioridad del plurilingüismo y la apuesta central por las traducciones. Ya tendríamos política cultural: ¡miren si dan de sí, las gracias y complicaciones de un personaje como Ramon Llull!

Dejemos en segundo plano si habrá o no cambio de Gobierno en el País Valenciano y Baleares (mal, cuando los clásicos dependen de lo que interese a un Bauzá o de lo que opine un Toni Cantó). Demos medios y altavoz a los sabios (Anthony Bonner, Lola Badia, Albert Soler) que conocen a Llull, hagamos encargos a los grandes escritores que lo sepan leer (como hizo Enric Casasses con lo que ya había hecho Verdaguer en las Perles de l'Amic e Amat), pensemos en instituciones como el Centre de Documentació Ramon Llull (centrellull.ub.edu) en términos de infraestructuras de Estado. Aprovechemos la oportunidad. No habrá muchas más que sean mejores que esta.