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Jaume Juscafresa: "Volver al campo me está salvando"

Intenta recuperarse de una debacle financiera haciendo de payés en El Prat. Todo en el 2017

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zentauroepp41379206 barcelona 20 12 2017contra jaume juscafresa pages en ca171222174135 / Joan Cortadellas

Núria Navarro

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Empezó el año como empresario de automoción y lo acaba como payés. Jaume Juscafresa (El Prat de Llobregat, 1959) ha vivido un mazazo financiero justo cuando los analistas hablan de recuperación. Pero ahí sigue, doblando el espinazo y vendiendo sus productos en mercados del Baix Llobregat. Dice que está acostumbrado a sufrir, a perder bienes, a volver a levantárse. 

–Todo funcionaba hasta que en febrero sonó el teléfono. "Deja de producir totalmente". Mi principal cliente era Castellón Automotive, cuyo 85% de la producción iba a Ford, y Ford rescindió el contrato. Dije en casa: "Tenemos que pulirnos todo".

¿No tenía red de seguridad? Reinvertía. Empecé en una nave de 500 metros cuadrados en Sant Esteve Sesrovires, llegamos a 17 trabajadores y pedí una hipoteca de 1,1 millones de euros para comprar una nave de mil en Sant Llorenç d’Hortons. Reventó la burbuja inmobiliaria, no había vendido la pequeña y tenía la hipoteca de la grande. Aun así, íbamos trabajando.

¿Entonces? Hace un par de años, viendo que la cosa parecía estabilizarse, decidí ceder un poco el peso del taller a mis hijos –quería que espabilaran– y por las mañanas me puse a cultivar alcachofas en la media hectárea que quedaba de la familia en El Prat.

¿Sabía cómo hacerlo? Trabajé cuatro años de payés. Cuando trazaron el Polígono Pratenc, una parte de las tierras de mi padre estaban afectadas y, para que se fuera, le ofrecieron trabajo en la Seat. Mi tío y yo juntamos tierras y el primer año perdimos toda la cosecha, por la helada de 1983. Tuvimos que pedir créditos para volver a sembrar.

¿Lo dejó por hartazgo? Lo dejé porque mi padre me persuadió de que no había futuro. Los campos estaban rodeados por el Port, el aeropuerto, las carreteras, los polígonos... Le hice caso y como siempre fui un apasionado del automatismo, entré en un taller de Teià, donde aprendí control numérico.

Luego tuvo su propia empresa. Y vinieron las complicaciones. Hace unos años cerró la fábrica de Martorelles de la multinacional japonesa Showa, entonces mi principal cliente. Estuvimos a punto de cerrar, pero teníamos tornos de control numérico y fuimos trabajando. Hasta febrero. 

Qué 'shock' volver al origen, ¿no? Todo había cambiado en el campo. Hacer de payés hoy es casi más complicado que ser empresario. Tuve que hacer cursos de riego y sacar el título de fitosanitarios. Preguntando, me metí en los mercados de payés. Aunque para algunos no soy payés, porque he estado años fuera...

Pero lo es, y vende en los mercados de Gavà, Sant Boi y Sant Vicenç dels Horts. Cuesta hacer clientela. Los que llevan tiempo la tienen muy enganchada. Me paso el día subiendo y bajando trastos de la furgoneta. Pero volver al campo me está salvando.

¿En qué sentido? Alquilé una porción de la finca de Cal Jagó y ahora trabajo 10 hectáreas de verduras y frutas, he podido contratar a tres trabajadores y me metí en la Cooperativa Agrícola del Prat, que presido.

Es una máquina. ¿Va sacando la cabeza? No. Y me sabe mal por mi mujer, porque estamos en ese punto de ver venir lo peor. Malvendí una casa que teníamos en S’Agaró para rebajar la hipoteca, pero sigo debiendo medio millón de euros. Nadie quiere comprar las máquinas ni las naves industriales. Muchos no entienden cómo me lo estoy tomando.

De manera ejemplar. La alternativa es desaparecer.

¿Qué le pide al 2018? Poder seguir pagando.

Igual le vienen bien unos cuantos clientes... ¿Tiene una dirección de Facebook? jaumefruitaiverdura. Y los domingos por la mañana abro la sombrilla y vendo productos en mi tierra, que está detrás de Can Comas. Suelo poner un letrero que indica el camino.