Esperando al señor Gray

El artífice James Gray.

El artífice James Gray.

RAMÓN DE ESPAÑA

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Puede que los más jóvenes no lo recuerden, pero hubo una época -durante las décadas de los 60 y 70 del siglo pasado- en que el cine importaba y nos lo tomábamos en serio. Abundaban los autores consagrados a una obra personal que contaban con un número respetable de seguidores, gente que esperaba con ansia la nueva película de tal o de cual. De un tiempo a esta parte, la figura del autor ha ido perdiendo importancia, y sobre todo en Estados Unidos, su número se ha visto reducido considerablemente. Desde un punto de vista personal, desde que Terrence Malick se convirtió en una especie de cura -y sus películas en sermones pretenciosos y aburridos, a partir de 'El árbol de la vida'-, ya solo me queda James Gray, cuya última obra, 'Z, la ciudad perdidaZ, la ciudad perdida', se estrenó el pasado viernes y es muy probable que coseche el mismo éxito (más bien escaso) que las anteriores, de 'Little Odessa' a 'El sueño de Ellis'.

Los seguidores del señor Gray somos pocos, pero fieles, y esperamos siempre con interés su nueva película, aunque entre una y otra acostumbren a pasar bastantes más años que entre las birrias de Michael Bay. Le seguimos porque le consideramos un autor como los de antes, de esos que solo ruedan lo que quieren cuando pueden, sin buscar la comercialidad ni pensar mucho en los gustos del respetable. En los 70, esa clase de cineasta tenía menos problemas que ahora para plasmar sus historias, pero nos ha tocado la época que nos ha tocado y todos, incluido Gray, tenemos que jorobarnos.

He visto todas las películas de este hombre y todas me han gustado. No es de esos cineastas que a veces aciertan y a veces no. Hasta el momento, el hombre es de lo más fiable y su mirada sobre las cosas y las gentes siempre se me antoja tan peculiar como interesante, tanto en sus 'thrillers' de barrio -'Little Odessa', 'The yards' y 'La noche es nuestra'- como cuando viaja al pasado -'El sueño de Ellis' y 'Z, la ciudad perdida', que aún no he visto, pero está muy arriba en mi lista de prioridades.

Es triste que algo que fue normal en otros tiempos, el cineasta como autor, haya devenido últimamente una rareza, pues el cine necesita humanistas que le aporten su punto de vista sobre los seres humanos y sus circunstancias.