Análisis

La izquierda española ante Catalunya

El PSOE debería alzar más la voz, criticando disparates como la intervención de la Guardia Civil en instituciones catalanas

Concentración en apoyo a los detenidos en la Ciiutat de la Justicia

Concentración en apoyo a los detenidos en la Ciiutat de la Justicia / periodico

JESÚS LÓPEZ-MEDEL

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La derecha solo habla de soberanía referida a la integridad territorial. Apela a ella cuando quiere remarcar el principio sacrosanto de la unidad interna de la patria. Pero está más bien referida a cualquier intromisión exterior, como la vergonzante reforma constitucional del 2011 ordenada por la Comisión Europea para reforzar los recortes sociales. Eso sí fue una invasión de la soberanía, pero se perpetró por las Cortes.

Ciertamente, la dimensión territorial es una vertiente del concepto de soberanía, pero no es, ni mucho menos, la única. Hay otra idea más fuerte del concepto de soberanía, que es la de representación del poder político que emana del pueblo, y corresponde a los ciudadanos representados en el Parlamento democrático. Hay algo grave en lo que está sucediendo sobre Catalunya, cual es que, siendo un tema muy relevante, no haya habido debates monográficos en el Congreso. Solo hace unos días hubo uno propiciado por Ciudadanos para reforzar a Rajoy y la «unidad» de las fuerzas parlamentarias. Pero, como ultra que es, consiguió lo contrario: el PSOE y Unidos Podemos se desmarcaron.

Pero ¿qué le sucede a la izquierda española, que no logra encontrar su posición en ese debate? La mayoría de las veces parece que apoya a Rajoy, sobre todo cuando es llamada a la Moncloa. Otras veces calla y otras intenta lanzar algún mensaje, pero entre el griterío total no hay espacio para hacerse escuchar.

Nadie puede exigir que la izquierda española apoye la deriva conjugada entre la burguesía catalanista (lo que queda del partido de Pujol) y un movimiento cuyas señas no son la izquierda sino el anarquismo. Más aún cuando a juicio de bastantes –incluso quienes llevábamos años defendiendo el derecho a decidir– la forma de configurar ese referéndum sin garantías es una farsa y sobre todo fractura a la sociedad catalana, aunque parece que la calle es solo de unos.

Esa alianza burguesa-anarquista y su forma de actuar, unilateral, claramente ilegal (aunque no ilegítima), ha empujado al PSOE a acercarse a las posiciones de Rajoy. Por otro lado, un sector de su partido en varias regiones está en una línea de españolismo rancio, sin querer comprender que hay que buscar salida a esta grave confrontación. Y que la única salida es política, porque el problema es político.

Rajoy, desde su inmovilismo, ha utilizado todos los resortes y ha hecho salir a la palestra a todas las instituciones jurídicas (hasta asociaciones de jueces) en ardua defensa de España. No me gusta que se utilice la Constitución como arma de ataque en vez de elemento de convivencia. Y si no vale, urge su reforma.

El PSOE debería (a través de muchos más líderes que Iceta Sánchez) alzar más la voz, criticando disparates como la intervención de la Guardia Civil en instituciones catalanas (¡qué inmenso error, que en el imaginario de agravios hará daño a España!) y gritando –aunque, decía, es difícil dejarse oír ahora– ¡diálogo, diálogo, diálogo! Eso es lo que a partir del 2-O habrá que aplicar. Rajoy estará inhabilitado.