La ironía de las urnas
En este 20-D que leemos por fascículos hay muchos mensajes escritos con una carcajada para los listos que creían en su visión simplista de la realidad
Ernest Folch
Editor y periodista
ERNEST FOLCH
Los 25.349.824 votos que se depositaron en España el domingo parecen en realidad obra de una mente perversa llena de sadismo y sentido del humor. Y es que en este 20-D que hemos empezado a leer por fascículos, hay muchos mensajes que parecen escritos con una carcajada especialmente dedicada a los listos que creían en su visión simplista de la realidad.
Es una ironía que los dos grandes partidos defensores de la unidad sacrosanta pierdan su hegemonía precisamente por culpa del avance del secesionismo en los territorios infieles, y es un chiste histórico que si Catalunya fuera independiente, los resultados arrojarían hoy en la España resultante una perfecta gobernabilidad: qué fino castigo a los que acusan de inestabilidad al soberanismo. Es una ironía que los dos partidos catalanes que dicen que ya han desconectado se vean obligados a jugar por activa o por pasiva un papel en el estado del que quieren independizarse y a las elecciones del cual aún no sabemos por qué se presentaban: fino castigo a la inconsistencia.
Es una ironía que tras ser inflados por miles de horas de televisión y decenas de encuestas, el globo de Ciudadanos se haya pinchado de golpe con la aguja de una realidad de sus 40 pobres escaños, que lo envían a la irrelevancia más cruel: fino castigo a los que fabrican monstruos de laboratorio. Es una ironía perfecta que los dos primeros partidos de España sean los colistas en Catalunya: fino castigo a los que aún no se han enterado de lo que pasa. Es una ironía que el destino haya obligado al PSOE a ejercer su propio derecho a morir entre el suicidio de la gran coalición y el suicidio del pacto de izquierdas que le obligaría a aceptar el referéndum que niega: fino castigo a su infinita capacidad de autodestruirse.
Tacticismo y sectarismo
Es una ironía que el 20-D en Catalunya haya obligado al 'president' en funciones a retroceder otra vez hasta el derecho a decidir y a sumar de repente sus votos a los de Podemos, a los que hace escasas semanas comparaba con Aznar, es decir, con el diablo: fino castigo al tacticismo y a este #tenimpressa, que solo sirve para ir más despacio. Es una ironía que en Catalunya haya ganado las elecciones el partido al que tenían por enemigo los independentistas hiperventilados, que descubren cuatro elecciones después que sin el 'colauismo' el 'procés' no tiene masa crítica suficiente: fino castigo al sectarismo.
Y es una maravillosa ironía que el monumental sudoku del 20-D solo tenga una solución, clara y diáfana, puesta delante de los morros de todos, llamada referéndum, que desbloquea a la vez la gobernabilidad allá y el 'procés' aquí: fino, finísimo castigo a los que aún creen que votar es peligroso o inconveniente. España descubre de golpe la cultura del pacto, eso sí, sarcásticamente. Un día se explicará que todo empezó con unas urnas llenas de ironía.
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