El polvorín del mundo islámico

Irán, más allá del átomo

Occidente, China y Rusia necesitan tener a Teherán a su lado ante la ofensiva terrorista creciente del Estado Islamico

XAVIER RIUS

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Más allá del hecho de que ni Barack Obama ni el presidente iraní, Hassan Rouhani, podían permitirse el fracaso de las negociaciones que concluyeron la pasada semana, y de los matices que demoraron el acuerdo, como si Irán podía mantener 7.000 centrifugadoras de uranio o solo 6.000, o si la reimposición de las sanciones se podrá hacer de manera unilateral o deberá ser aprobada por el Consejo de Seguridad de la ONU, está la necesidad de EEUU, la Unión Europea, Rusia y China de tener a Teherán de su lado a la hora de afrontar los conflictos que padece el mundo islámico, agudizados tras la aparición del Estado Islámico (EI). No olvidemos que China y Rusia tienen una importante población musulmana. Clarificadoras fueron las declaraciones de Obama cuando dijo que solo había tres opciones. Una, retirarse de las negociaciones, cosa que permitiría a Irán seguir acercándose a la bomba; otra, bombardear Irán iniciando una guerra; y la tercera, conseguir el acuerdo con unas condiciones muy estrictas, que evitarán que Irán pueda fabricarla. Pese a que Obama no lo dijo, el resultado de la segunda opción, los intentos de debilitar o derrocar un régimen a base de bombardeos nunca han traído la estabilidad. Y la primera opción, imponer más sanciones, no garantizaba el éxito, como se ha visto con Corea del Norte que ya tiene la bomba. Y parece evidente que a la hora de plasmar la letra pequeña del acuerdo de aquí al 30 de junio -fecha tras la que se deberá iniciar el levantamiento de las sanciones- estará en la trastienda de las negociaciones la exigencia de una actitud positiva de Irán para desactivar el enfrentamiento entre sunís y chiís del que se alimenta el EI. Ya no se trata solo de la coordinación con Irán para derrotar al EI en Irak. Su papel es determinante para apaciguar el conflicto en Siria, hacer retroceder a los rebeldes huthis del Yemen y el retorno a Sanaá del presidente Mansour al-Hadi. Y por lo que se ha visto esta semana, Teherán, recibiendo al primer ministro turco Erdogan, o enviando a su ministro de Exteriores a Pakistán, países que participan en la coalición que lidera Arabia Saudí en Yemen, ya está trabajando por la salida diplomática.

Por poco de fiar que sea el régimen de los ayatolás, gran parte de la responsabilidad de la extensión, primero de Al-Qaeda y posteriormente del Estado Islámico o Daesh, es de las monarquías amigas de EEUU, con Arabia Saudí a la cabeza, que los han alimentado con fondos y prédicas. El Daesh es un grupo que, a diferencia de Al-Qaeda, no se conforma con atacar a Occidente, sino que ha tomado un territorio amplio en Siria e Irak, y se gana la adhesión de grupos de todo el mundo, incluso en Catalunya. Y, como hemos visto en Siria, Libia y Yemen, avanza en los países en los que la primavera árabe desembocó en guerra civil. Sin Irán colaborando será difícil frenar a los huthis en Yemen que no se han detenido con los bombardeos aéreos, o conseguir algún avance en Siria.

Siria o Libia quedaban lejos de Riad, pero la descomposición de Yemen -con la minoría chií huthi controlando el estrecho de Adén por el que pasa gran parte de la exportación de petróleo y punto estratégico de la ruta hacia el Canal de Suez- mientras el Estado Islámico realiza atentados indiscriminados contra chiís cerca de su frontera, es ya un peligro para la estabilidad del régimen saudí.

Es evidente que Obama necesita a Irán para apaciguar Irak y frenar la extensión del EI. Y desde la conquista de Mosul por parte del EI hace diez meses ha habido una coordinación entre los bombardeos de la coalición que lidera EEUU y las tropas y asesores iranís que luchan en Irak. Pero solo con un Irán rehabilitado internacionalmente, con sus sanciones retiradas, el régimen de los ayatolás colaborará.

De aquí al 30 de junio -cuando deberá concretarse cómo se diluye o traslada el uranio enriquecido, o que se hace con las centrifugadoras de uranio retiradas- Irán se verá forzado a colaborar para frenar el auge de los grupos chiís en la región. Y sabe que si no colabora siempre se podrá encontrar alguna excusa técnica para bloquear el levantamiento de sanones. Es cierto que Obama corre el peligro de que los senadores republicanos, que aplaudieron a Netanyahu cuando se desplazó a Washington, intentarán bloquear el levantamiento de sanciones. Pero hay que recordar que -como ocurre ante un hipotético acuerdo sobre un Estado palestino que Netanhyahu siempre rechaza diciendo que es una trampa-, el líder israelí no quiere ningún acuerdo con Irán. Y no olvidemos que el acuerdo ha estado suscrito no solo por EEUU, sino por todas la potencias y la UE. Y de poco serviría que Estados Unidos mantuviera alguna sanción si Europa, Rusia y China dejan de aplicarlas.