El intrépido y confuso Homs

Los nuevos tiempos van de dar la cara y ofrecer explicaciones de lo que uno hace

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MARÇAL SINTES

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Se produjo esta pasada semana un acontecimiento que, a pesar de que posiblemente al ciudadano de a pie le importe poco o nada, ha hecho que se derramen auténticos ríos de tinta. Me refiero a la votación de la presidencia y del resto de puestos de la Mesa del Congreso de los Diputados, órgano que dirige y ordena el funcionamiento de la Cámara. En la votación, PP y Ciudadanos maniobraron muy hábilmente y se llevaron el gato al agua.

EL INTRÉPIDO HOMS

 La maniobra de PP y Ciudadanos consiguió la colaboración, entre otros, de la antigua Convergència, hoy Partit Demòcrata Català, dirigido en el Congreso por Francesc Homs, quien jugó bien, muy bien, sus cartas. Llegó a un acuerdo con los populares para prestarles apoyo a cambio de tener grupo parlamentario propio, al cual, ‘stricto sensu’, no tienen derecho. Fue sin duda un 'win-win'. Un asunto comercial. Porque en este tipo de negociaciones, como sabe todo el mundo -pese a que algunos finjan escandalizarse-, no cuentan banderas ni estandartes. No se trata de amor sino de sexo. Como brillantemente resumió Joan Tardà, en situaciones como esta todo el mundo se busca la vida.

EL CONFUSO HOMS

La intrepidez de Homs se ha visto empañada, sin embargo, por la falta de explicaciones públicas de éste. Incluso tras la votación fue incapaz de reconocer abiertamente la operación y justificarla. Incomprensible. Porque, si lo hubiera argumentado medianamente bien, estoy seguro que su público lo habrían entendido y aprobado. Entre tener o no tener grupo parlamentario hay un abismo. Un grupo parlamentario propio significa disponer de muchos más recursos de todo tipo. Y de mucho mayor protagonismo y visibilidad mediática. El silencio ha hecho que crezcan las sospechas sobre la posibilidad de que Homs cerrara con el PP algún otro acuerdo inconfesable, más allá del préstamo de unos cuantos votos a cambio del grupo parlamentario. Sea como fuere, los nuevos tiempos no van de eso, sino de todo lo contrario: de dar la cara y de ofrecer explicaciones sobre lo que uno hace.

LA TORPEZA DE LA IZQUIERDA

Los del PDC se sumaron a la maniobra de la derecha española porque no había otra cosa a que sumarse. No se les brindaba un trato alternativo, otra oferta. Socialistas y podemistas fueron incapaces de hacer lo que hicieron el PP y Ciudadanos, es decir, sumar apoyos y conjugar sus votos para sacarles el máximo rendimiento. ¿Pensaban acaso que el PDC les iba a apoyar a cambio de nada sólo por no ser el PP? ¿Qué lo haría ERC? Alucinante. La peor cara se le debió quedar a Pedro Sánchez, que no es presidente del Gobierno español ni tiene posibilidades de serlo, entre otras cosas, porque su partido y él decidieron renunciar a cualquier negociación con los independentistas. Para nota.