Intranquilo ante el nuevo curso

GUILLEM LÓPEZ-CASASNOVAS

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

La economía se recupera, dicen. Pero la situación en que se inscribe esta supuesta mejora no me convence. Más bien me deja intranquilo. Paso a escribir algunos de los motivos.

En España, lo que empuja la mejora es el consumo de las familias. Esta variable, efectivamente, va a ser la llave de salida de la crisis algún día, pero me parece que aún es pronto. Creo que debería ser la demanda exterior, y no la interior, la que explicase la buena evolución de nuestras empresas. Y no es el caso. En parte por la debilidad de los países importadores habituales y los mercados emergentes, que hoy presentan una demanda incierta. No sería lógico, por tanto, que fuera la causa para relajar el pulso por la competitividad.

Tampoco estoy tranquilo con la deflación, ni con el camino ajeno a toda ortodoxia que sigue el Banco Central Europeo (BCE), ni mucho menos con el hecho de que el diferencial entre depósitos y créditos no deja de aumentar en favor del primero. Si las entidades no conceden créditos pese a disponer de recursos, ¿será que no lo ven tan claro?

No me gusta la ufanía de quienes se creen que el Tesoro español se financia barato porque España sea, precisamente, campeona de hacer las cosas bien. Además de no ser cierto (el fenómeno es general y relacionado con los espasmos del mercado, que cuando están intranquilos buscan a corto plazo el refugio de la deuda), motiva que saquen pecho en lugar de entender que es hora de abrocharse los cinturones y seguir trabajando.

No me tranquiliza un país que retribuye tan mal el ahorro, con tipos que vuelven a ser casi negativos en interés real, lo que induce a buscar la rentabilidad con nuevas ingenierías financieras con un riesgo que ahora no se puede apreciar. No entiendo cómo, en este contexto, algunas entidades vuelven al business as usual (o sea, las prácticas de siempre) con algunas nuevas emisiones de títulos bastante complejas, a la vez que mantienen sin rubor retribuciones exageradas a sus accionistas y directivos.

El objetivo ha de ser que tengan más y mejores provisiones. No veo claro que el banco malo de las empresas, creado recientemente, ni el mismo dedicado a las autopistas madrileñas con pérdidas, que se va a crear. ¿Cómo es posible que un crédito moroso, por el simple hecho de convertirse en capital de una entidad -que además no tiene buen conocimiento (know how) en este terreno --pueda dejar de ser moroso y no haga falta provisionarlo?

Tampoco entiendo que se busque el crecimiento de la demanda interna a la vez que se niega la subida de impuestos para tender a la consolidación fiscal, cuando, si se filtran bien los datos, buena parte de este impulso se marcha fuera y, además, nos hace más dependientes aún de la balanza energética y nos deja a merced del precio del petróleo. Ahora están al ralentí, pero puede aumentar en cualquier momento. No me fío, además, de la bolsa, que se mueve de manera aleatoria por la falta de rendimiento del ahorro. Me preocupa que tanta liquidez como hay en el mundo no acabe siendo una burbuja que, cuando estalle vete a saber dónde, no acabe haciendo estragos de nuevo a todo el país.

Veo claro que este año la demanda turística ha ido bien, ya que frente a otros destinos competitivos, la situación geopolítica nos ha sido favorable. Pero sé que esto dura lo que dura y en todo caso es estacional: en noviembre veremos cuántos ciudadanos han gastado ahora lo que entonces necesitarán. Veo de manera diáfana que creciendo tan poco y creando tantos puestos de trabajo ha de significar que la nueva ocupación es de calidad inferior a la anterior, aunque asumo que es mejor esto que nada. Pero en ningún caso es para echar cohetes.

Creo que es peligroso, en suma, que alguien pueda bajar el esfuerzo exportador para servir mejor al mercado nacional más asequible.

Ante una especie de coalición nacional y sindicalista nos encontramos con que los primeros quieren exhibir músculo de demanda nacional que no tienen, lo cual puede comportar un aumento salarial a petición de los sindicatos. Al final nos convertirá en menos competitivos. Me preocupa que, sobre la base de abaratar los costes unitarios, la presión recaiga sobre los salarios, mientras que las grandes empresas dedicadas a las utilities (los servicios básicos como finanzas y energía), con efectos sobre empresas y familias, salgan mejor paradas.

Veo positivo que aparezcan nuevas autoridades supervisoras supranacionales que asuman actividades regulatorias por encima de las nacionales. Pero me intranquiliza que parezca que se quiera salir adelante como sea, como la patada a seguir del rugby. Ya veremos cómo bota el balón y en qué manos acaba.

Me quedo atónito ante la inacción política del Gobierno español frente al proceso catalán. No entiende que, sin solución, todos, y no solo algunos, saldrán perjudicados.

Bien. Empieza un nuevo curso. Habrá que estar atentos, esforzarse en hacer mejor las cosas y no volver a equivocarnos con un gran debilitamiento que perjudica a tantas personas y a los jóvenes en particular.