Dos miradas

Intemperie

Muchos jóvenes extutelados ni pueden empadronarse ni pueden solicitar una prestación. Quedan en un limbo

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EMMA RIVEROLA

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Una treintena de jóvenes extutelados en Girona duermen en la calle. La situación se repite una y otra vez. 50 euros y un bocadillo es todo lo que reciben cuando cumplen 18 años y son expulsados de los centros de acogida de la Direcció General d'Atenció a la Infància i l'Adolescència (DGAIA), dependiente de la Generalitat. A partir de entonces, a buscarse la vida. Muchos de ellos, llegados de otros países y sin ninguna red familiar que pueda ayudarles, salen de los centros sin un número de identidad de extranjero (NIE) y, por lo tanto, ni pueden empadronarse ni pueden solicitar una prestación. Quedan en un limbo. A merced de la calle o de las asociaciones de ayuda, último retal de abrigo.

Insensibilidad e imprudencia

Dieciocho años y en la calle. Insensibilidad, irresponsabilidad e imprudencia a partes iguales de la Administración. Si les arrojamos fuera del sistema, ¿podemos lamentarnos después de que vivan al margen de él? Ahí, en las aristas, no hay orden ni seguridad ni protección. Solo la que puede proporcionarles el dinero fácil de la delincuencia o las palabras envenenadas de dioses que aseguran la salvación. A veces, con amor. La mayoría, con odio.

Por un mínimo sentido de humanidad, solidaridad y generosidad no podemos permitirnos dejar abandonados a estos jóvenes. Y también por puro egoísmo. Si nosotros no les damos cobijo, alguien se lo dará. Y quizá sea el resto de la sociedad la que quede a la intemperie.